La directora-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el máximo organismo financiero mun­dial, está de visita en Paraguay. En sus primeras declaraciones valoró la fortaleza económica de nuestro país en un concierto continental más bien adverso y felicitó por ello al presidente de la República como responsa­ble de tal situación.

La directora del organismo financiero mun­dial dijo que Paraguay tiene una de las eco­nomías más fuertes de toda Latinoamérica, y que esto lo ha demostrado manteniendo un crecimiento sólido en un ambiente que no era necesariamente muy favorable para esta parte del globo. Ya se sabe que, para este año, el FMI prevé un crecimiento de la economía para­guaya en 4%, con lo que continúa su buena racha de los últimos años.

Lo afirmado por la dignataria internacional no forma parte de la cortesía protocolar de admi­rar lo bueno del anfitrión cuando se llega a un lugar. Es la expresión que los analistas econó­micos y técnicos del Fondo señalan cuando se trata de evaluar la situación de nuestro país en términos macroeconómicos, que en los últi­mos años sobresale ante el panorama dificul­toso de los países de la región.

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Los halagos son para alegrarse, pero resul­tan también un compromiso, porque el FMI es como el médico encargado de evaluar los distintos indicadores que revelan el verdadero estado de salud de un país y además pide deter­minados comportamientos. Los técnicos del organismo multinacional no solo examinan los índices de la macroeconomía, sino que cada año realizan una detenida revisión de todos los elementos que intervienen en la produc­ción, el comercio, las finanzas, la demografía, incluso la política. Y ponen sus exigencias para mejorar lo que está mal, rectificar rumbos o consolidar los logros. No son diplomáticos acostumbrados a la alabanza de compromiso, sino banqueros que llaman a las cosas por su nombre.

Está claro que si el FMI alaba el trabajo del actual gobierno por sus logros económicos, que hacen sobresalir al Paraguay sobre los otros países del continente, también querrá que la administración entrante continúe con la misma política. Y ese es uno de los desafíos que se vislumbran ante el cambio de gobierno que se producirá el próximo 15 de agosto.

La directora del FMI hizo sentir su deseo de que prosigan las políticas de inversión social para permitir el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de nuestro país, según dijo el presidente del Banco Central del Para­guay (BCP), testigo de la reunión entre el Pre­sidente y la visitante. Remarcó: "Si bien los números macros hay que tenerlos bien, hay que seguir trabajando para ir mejorando la calidad de vida".

Esta es la clave del tema económico, que tam­bién preocupa al Fondo Monetario Interna­cional: el bienestar de la gente, en este caso de los paraguayos, que al fin de cuentas es el fin último de cualquier política económica.

El gobierno actual ha desplegado una amplia política social a lo largo de los últimos cuatro años y medio para realizar programas desti­nados a combatir la extrema pobreza y ayudar a los pobres a salir de la situación para encarar nuevos proyectos de vida más ambiciosos. No se ha contentado con ampliar y mejorar el pro­grama Tekoporã para socorrer a los pobres, y otras propuestas similares, sino que también ha creado Tenonderã. Un nuevo proyecto que pretende que los pobres encaren emprendi­mientos económicos que les permitan no solo no volver a la pobreza, sino que puedan ascen­der a una escala más alta en su desarrollo.

La visita de la alta funcionaria del FMI es cru­cial y oportuna en este momento preelectoral para hacer entender a los políticos que gober­narán el país a partir de agosto que, más allá de las personas, deben dar continuidad a las políticas fiscales, económicas y sociales de la actual administración. Por la sencilla razón de que está demostrado que han sido y son acertadas y necesarias para el desarrollo del país.

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