Adén, Yemen | AFP, por Nabil HASSAN.

Para los yemeníes, devastados tras más de tres años de guerra, una de las pocas buenas noticias viene del fútbol: Su equipo nacional se clasificó por primera vez para la fase final de la Copa de Asia de Naciones.

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Este milagro ha entusiasmado a los yemeníes de todas las condiciones; del sur o del norte, leales o rebeldes, ricos o pobres, en un país apasionado por el fútbol pero en el que la selección nunca ha brillado a nivel internacional ni en el ámbito regional.

Yemen logró su billete al batir en la última ronda, el 27 de febrero, a Nepal por 2-1.

Para situar su nivel, un dato: Yemen nunca ha ganado un partido desde que participa en la Copa del Golfo, competición regional de ocho naciones de la península arábiga más Irak.

Los medios del país tenían la costumbre de felicitar al equipo nacional cuando perdía por escaso margen celebrando “una derrota honorable”.

“La selección une a todos los yemeníes cuando se muestra sólida”, subraya Ahmad Sabahi, un hincha de Adén, la gran ciudad del sur del país.

“Todos los yemeníes están detrás de su equipo”, que disputará la Copa de Asia en 2019 en Emiratos Árabes Unidos, añade.

“Esperamos que el equipo haga honor a Yemen y alivie las penas de los yemeníes”, continúa Sabahi.

Para otro aficionado, Saleh Hanash, la clasificación contribuye a “dar una sonrisa a los jóvenes” y ayudarles a “olvidar algunas de sus tragedias”.

- Campeonato suspendido -

Yemen sufre una guerra devastadora. La intensidad del conflicto entre rebeldes y gobierno ha aumentado, bajo el marco de la rivalidad regional entre Irán y Arabia Saudita. Naciones Unidas califica la situación del país como “la peor crisis humanitaria del mundo”.

El conflicto de Yemen enfrenta desde hace tres años a las fuerzas progubernamentales, apoyadas por Arabia Saudita y sus aliados, con los rebeldes hutíes que están a su vez respaldados por Irán.

Las operaciones militares se han cobrado cerca de 10.000 muertos, más de 54.000 heridos y han puesto a 8,4 millones de civiles al borde de la hambruna, según la ONU.

Evidentemente la guerra ha devastado las infraestructuras deportivas del país. Los estadios de fútbol han sido destruidos o transformados en almacenes de armas o barracones militares.

El campeonato nacional fue suspendido y los clubes han sido desmantelados.

Paradójicamente, puede que la guerra haya favorecido la clasificación de Yemen porque el equipo se ha concentrado en Catar, beneficiándose de un clima de paz e instalaciones de calidad internacional.

“La clasificación es el resultado del talento intrínseco del jugador yemení”, señala un entrenador de la capital Saná, Abdel Salam al-Saadi, añadiendo que el éxito del equipo nacional se explica porque el fútbol no ha sido instrumentalizado por las partes en conflicto.

Los equipos de jóvenes se sobreponen a los problemas cotidianos. La selección de menores de 16 años también se ha clasificado para el Campeonato de Asia, que se disputará entre septiembre y octubre en Malasia.

A la hora de reclutar los jugadores, el equipo técnico de la selección no ha dudado en entrar en zonas controladas por diferentes facciones, incluso en medio de combates.

- Torneos entre barrios -

En Adén, los yemeníes nunca ha dejado de jugar al fútbol, a pesar de la guerra y de las condiciones precarias.

La ciudad del sur cayó en marzo de 2015 en manos de los rebeldes hutíes. Meses más tarde fue recuperada por las fuerzas gubernamentales apoyadas por una coalición militar dirigida por Arabia Saudita.

Desafiando a la situación, los responsables del fútbol intentan desde entonces organizar torneos entre barrios, a la espera de poder relanzar otras competiciones.

“Intentamos, en los límites de lo posible, relanzar la práctica del fútbol a pesar de la destrucción de numerosas infraestructuras”, señala el responsable de una asociación deportiva de Adén, Ahmed Hussein Hosni.

En un terreno recientemente adecentado, dos equipos sudan la camiseta. Otros jugadores realizan ejercicios de calentamiento a lo largo de una pared reventada por un obús.

“El fútbol no ha muerto en Yemen”, recuerda un aficionado, Fadel Wassabi, aunque reconoce que es difícil practicarlo “cuando hay que garantizar las necesidades vitales en medio de la guerra”.

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