Chapecó, Brasil | AFP |

Dice Alan Ruschel que escuchar a su amigo Jackson Follmann celebrar la vida pese a haber perdido una pierna le sacudió el impacto del accidente, mientras para Neto no hubo mejor terapia que volver en muletas a la cancha. Como ellos, el Chapecoense pudo derrumbarse para siempre, pero eligió no hacerlo.

En la tarde de este jueves lluvioso, el 'Furacão' se enfrentará al argentino Lanús en su primer partido en casa por la Copa Libertadores. Un lujo reservado a otros hasta hace muy poco en esta localidad del sur de Brasil que jamás olvidará la noche terrible del 28 de noviembre, pero que tampoco se resigna a instalarse en el pasado.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Superado el estupor inicial, el club se refugió en construir un futuro que no había elegido, pero que decidió vivir a fondo. La otra opción era rendirse, y eso nunca se contempló.

Así lo cuenta Alan Ruschel, uno de los seis supervivientes del accidente aéreo que sufrió la delegación del equipo revelación del continente en las montañas de Medellín, cuando viajaba a la ida de la final de la Copa Sudamericana. Murieron 71 personas, la mayoría jugadores, técnicos, periodistas y miembros de este club pequeño que siempre funcionó como una familia.

"Cuando supe todo lo que pasó, la gravedad de la situación, lo único que quería era estar vivo y poder andar. Sabía que había tenido una cirugía muy complicada en la columna, pero mi primer pensamiento fue volver a andar y el segundo, volver a jugar", cuenta a la AFP en un rincón del gramado del Arena Condá de Chapecó.

La pierna por la vida

El defensa gaúcho de 27 años pasó 18 días internado en los que las graves lesiones hicieron temer por su movilidad. Pese a ganar la batalla, su imagen frágil, la de un joven consumido tras haber perdido 13 kilos y hundido en un llanto incontrolable, volvieron a conmover al mundo el día que recibió el alta, ya en Chapecó.

Pero aquel chico golpeado y de mirada perdida poco tiene que ver con este deportista sonriente, que viste el uniforme de entrenamiento del 'Furacão' en la víspera del duelo contra Lanús.

Tres meses, cientos de horas de trabajo físico y mental, siete kilos y una revelación separan las dos imágenes.

"Lo que más me motivó a reaccionar fue Follmann. Cuando supe que había perdido la pierna me quedé mal, sin hacer nada. Mi esposa me dijo entonces que tenía que reaccionar porque él estaba cantando, celebrando que estaba vivo. Él dijo que daba su pierna por la vida, y es lo que está haciendo", afirma el zaguero mientras sonríe al ver cómo su amigo practica idiomas con los periodistas extranjeros.

Cerca, Neto -el tercer futbolista superviviente- bromea con ellos mientras responde tranquilo a la expectación que sigue generando su milagrosa historia en el mundo. Al comienzo de la práctica, él y Ruschel incluso dieron una vuelta trotando al campo y, junto al exarquero, siguieron todo el entrenamiento desde la banda.

Sin descanso, el jueves los tres retomarán sus ejercicios de rehabilitación, una cita diaria con el dolor de unos cuerpos que están aprendiendo de nuevo a vivir. En el caso de los zagueros, el objetivo es volver cuánto antes al fútbol, mientras Follmann decide su futuro, pero siempre como deportista.

Siempre al frente

Marcados para siempre por la tragedia, la dura lucha de los supervivientes por seguir adelante se convirtió en el símbolo de un club que, como ellos, prefiere ver el vaso medio lleno. Hay sombras, momentos de derrumbe, dudas y fantasmas, pero nadie quiere hablar de ello. Solo del futuro.

"Los tres representan mucho, la superación. El hecho de verles haciendo sus ejercicios hace que visualicemos que toda dificultad en la vida puede ser superada", afirmó orgulloso el técnico Vagner Mancini en la conferencia de prensa.

"Contra el Lanús tenemos una gran dificultad, pero que puede ser superada a través de determinación, de la voluntad, la garra… Es lo que pide la Libertadores y que transmiten exactamente estos tres atletas", añadió.

Todos asistirán al partido desde la grada, haciendo equilibrios entre el profundo dolor de unas ausencias que volverán a sentirse más que nunca esta noche en el Arena Condá y la ilusión del regreso.

"Yo no pongo plazos, aunque creo que en 60-90 días podría estar ya ayudando. Pero tengo que respetar mi cuerpo, lo que digan los terapeutas, los médicos… porque si fuera por mí, ¡mañana ya querría estar jugando!", afirma Ruschel sonriente.

Dejanos tu comentario