ANDREW ROSS SORKIN

George Soros es un filántropo multimillonario, un ex cambista, un campeón liberal y –en algunos círculos– el coco. Esta última etiqueta pareciera ser una medalla de honor.

“Estoy muy orgulloso de los enemigos que tengo”, comentó en una entrevista celebrada en su apartamento ubicado en el Upper East Side de Nueva York. “Es una manera perfecta de distinguir a un dictador o un aspirante a dictador si una persona me identifica como su enemigo”.

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En la lista de personas que parecen considerar a Soros como enemigo se encuentran el presidente Trump y su abogado personal Rudolph Giuliani, el gobierno de China y una cantidad innumerable de teóricos conspirativos.

Sus objeciones en contra de Soros, de 89 años, se originan en el respaldo que ha dado a causas liberales y super-PAC que se oponían a Trump y apoyaban a candidatos demócratas como Hillary Clinton, y en su Fundación Open Society, la cual, financiada con sus miles de millones de dólares, ha respaldado la democracia y los derechos humanos en unos 120 países, a menudo oponiéndose a regímenes autocráticos.

También hay una cantidad importante de antisemitismo dirigida a Soros, quien nació en una familia judía de Hungría.

Después de haber publicado una colección de ensayos, llamada “In Defense of Open Society”, Soros reconoció que su marca de “globalismo” –la cual para él significa una economía global e integrada apuntalada por el Estado de derecho– no destaca entre la estrategia de “Estados Unidos primero” de Trump, la guerra comercial, el debate sobre el brexit y la batalla en escalada en el Medio Oriente.

Tras abrir una ventana con una inmensa vista hacia Central Park, Soros habló sobre China, Trump y quién cree que se enfrentará al presidente en las elecciones del próximo año.

DONALD TRUMP

En particular, Soros está convencido de que el arco de la historia pronto podría dar la vuelta para darle la razón, que la elección de Trump y el brexit fueron el punto más bajo del antiglobalismo y que se aproxima una reacción negativa en contra de ese nacionalismo.

“Trump sigue haciendo un daño tremendo”, comentó, levantándose un poco de su silla de escritorio. “Por ejemplo, tan solo la semana pasada lo que hizo en el Medio Oriente ha sido devastador para la influencia de Estados Unidos en el mundo”, mencionó, para referirse al retiro de las tropas estadounidenses de Siria.

Trump “es una aberración, y es evidente que pone sus intereses personales antes que los intereses nacionales”, denunció. “Eso es un hecho”.

Se le iluminó el rostro y dijo: “Creo que contribuirá a su derrota el próximo año. Así que estoy haciendo la ligera predicción de que mejorará la situación”.

ELIZABETH WARREN

La apuesta de Soros es que la senadora Elizabeth Warren, de Massachusetts, será la nominada demócrata que competirá contra Trump.

“Claramente ha emergido como la persona a vencer”, opinó. “No tengo una postura pública, pero creo que es la más calificada para ser presidente”.

Rápidamente agregó que no estaba respaldando a Warren, tal vez tras percatarse de que los oponentes de la senadora podrían usar en contra cualquier comentario que pueda interpretarse como un respaldo.

“No estoy respaldando a nadie porque quiero trabajar con quien sea”, mencionó. “En general, no expreso mis opiniones porque tengo que convivir con quien sea que elija el electorado”.

No obstante, cuando le mencioné que muchos multimillonarios y sus pares en Wall Street consideran que las políticas de Warren –gravar a los ricos y regular con firmeza a los bancos– son una amenaza para el sistema capitalista en el que él se hizo rico, señaló que no estaba de acuerdo con sus ex colegas y repitió su apoyo a un impuesto a los ricos (Soros firmó una carta abierta que proponía un impuesto adicional a la riqueza de los estadounidenses más ricos).

“Estoy a favor de un impuesto a los ricos, incluido un impuesto a la riqueza”, comentó.

Durante una pausa, dio la impresión de que estaba buscando las palabras precisas para explicarse.

“Una financiera hace que la gente sospeche”, opinó. “Y en efecto crea un problema moral para mí. A medida que me volví más exitoso, en esencia me autoimpuse un límite que en realidad me impedía generar más dinero”.

Sin embargo, Soros desechó la idea de que él y sus correligionarios de Wall Street tengan la influencia y el poder político que les suelen atribuir… o al menos que tendrían menos poder en este ciclo electoral que en anteriores.

“En Estados Unidos, hay más avenidas principales que calles como Wall Street. Así que no creo que Wall Street, más allá de ser una fuente de dinero, se salga con la suya al momento de elegir al presidente”.

Esta podrá ser su opinión, pero no cabe la menor duda de que el dinero importa en la política estadounidense, en parte porque el fallo de la Suprema Corte sobre el financiamiento de campañas permitió que los partidos recaudaran inmensas cantidades, para gastar en publicidad y en captación de votantes. En los tres meses que concluyeron en setiembre, la campaña de reelección de Trump y el Partido Republicano recaudaron 125 millones de dólares, una cifra récord.

No obstante, Soros afirmó que percibía señales de que la gente se estaba cansando de las tendencias nacionalistas.

CHINA

Hablamos sobre la indignación que provocaron los esfuerzos de la NBA en pro de la libertad de expresión en China, y dijo que eso le demostraba al mundo cuán peligrosas podían ser las sociedades cerradas.

“Considero que Xi Jinping de China es la peor amenaza para una sociedad abierta”, mencionó, para referirse al presidente de China, una repetición de lo que declaró este año en Davos, Suecia, que a su vez provocó esta réplica de China: “Esperamos que el estadounidense relevante pueda corregir su actitud”.

Soros, quien desde hace tiempo ha promovido el libre comercio como una estrategia para abrir países que de otra manera estarían cerrados, señaló que la estrategia no había funcionado en China cómo él había esperado y que se necesitaba una mayor intervención.

Con el dedo apuntando al aire, Soros llamó a China “un enemigo mortal” y afirmó que Occidente le daba demasiado beneficio de la duda.

“Deberíamos reconocerlo: es un sistema diferente. Es todo lo contrario al nuestro, diametralmente opuesto al nuestro”, opinó. Tal vez para matizar sus palabras, agregó: “No soy anti-China para nada. Solo soy anti-Xi Jinping”.

Para Soros, Estados Unidos debería influir en las empresas como Huawei para que presionen a China a abrirse. De otra manera, sugirió, el presidente Xi no solo seguirá cerrando las fronteras de China, sino que su desarrollo de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial también permanecerá cerrado durante generaciones.

En una alusión a la famosa cita del reverendo Martin Luther King Jr. –“El arco del universo moral es amplio, pero se inclina hacia el lado de la justicia–, Soros discrepó con la idea de que las sociedades estaban predispuestas a ser abiertas.

“El arco de la historia no sigue su propio curso. Debe ser inclinado”, afirmó. “Estoy muy comprometido con hacer el intento por inclinarlo en la dirección adecuada”.

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