Matt Phillips y Amie Tsang

Durante una buena parte del año pasado, la guerra comercial de Estados Unidos fue un problema del resto del mundo. A pesar de que el crecimiento se desaceleró en China, Japón y Alemania, la economía estadounidense se sostuvo y las acciones en Wall Street casi alcanzaron récords.

Ahora, los inversionistas se enfrentan a la evidencia de que las tensiones entre Washington y Pekín están perjudicando las fábricas en Estados Unidos. Esto ha provocado la caída de las acciones y ha aumentado los riesgos que se correrán en la siguiente ronda de negociaciones entre los líderes de China y Estados Unidos, las dos economías más grandes del mundo.

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El 2 de octubre, por segundo día consecutivo cayó el S&P 500, en esta ocasión un 1,8%, su peor caída desde finales de agosto. Los sectores del mercado más expuestos a la economía —la energía, las finanzas y las empresas industriales— cayeron de forma drástica. Las acciones del sector tecnológico, las cuales han sido particularmente sensibles a los acontecimientos de la guerra comercial, se desplomaron, al igual que las acciones de las empresas químicas y los productores de fertilizantes. Los precios del crudo y los intereses de los bonos del gobierno también cayeron, un reflejo de las preocupaciones en torno al crecimiento.

La venta comenzó el 1º de octubre, después de un informe en el cual quedó demostrado que en septiembre la producción de las fábricas estadounidenses había caído a niveles que no se habían visto desde el final de la crisis financiera de hace una década. Los datos fueron un nuevo indicador del impacto artero que está teniendo la guerra comercial en la economía de Estados Unidos.

Aunque Washington y Pekín han tomado algunas medidas menores para calmar las tensiones, los inversionistas están nerviosos ante la posibilidad de un nuevo declive e impacientes por ver un avance que pueda perdurar en las próximas rondas de negociaciones.

“Es innegable que los mercados están insistiendo en que haya un progreso verificable y concreto en las negociaciones comerciales de la próxima semana”, comentó Julian Emanuel, estratega principal de capital y derivados financieros en la firma de corretaje BTIG.

Debido a que depende menos de la manufactura, Estados Unidos es menos vulnerable que otras economías grandes al alza de los aranceles y a la desaceleración del comercio. Sin embargo, no es inmune.

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