MATT PHILLIPS

Para los inversionistas en acciones, la guerra comercial solo les ha acarreado problemas. Para los inversionistas en bonos, ha sido un sueño.

Incapaces de digerir la turbulencia que ha provocado el conflicto en escalada entre China y Estados Unidos, y cautelosos por un pronóstico sombrío para la economía, los inversionistas han sacado dinero del mercado bursátil y han comprado bonos, el lugar tradicional para estacionar dinero en efectivo en tiempos de incertidumbre.

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MEJOR APUESTA

El ajetreo ha convertido partes del comúnmente aburrido mercado de bonos en una mejor apuesta que las acciones. Las ganancias son inusuales; según algunas mediciones, los bonos están teniendo su mejor año desde el 2002. Mientras que los inversionistas vendieron casi 70.000 millones de dólares de inversiones en acciones como fondos mutuos y fondos negociables en la bolsa en el año que terminó en julio, de acuerdo con datos de EPFR, casi 260.000 millones de dólares de dinero en efectivo fluyeron hacia vehículos que invierten en el mercado estadounidense de bonos.

Las tasas de interés en lugares como Europa y Japón son incluso más bajas que las de Estados Unidos, lo cual hace que los bonos en Estados Unidos también sean atractivos para inversionistas globales.

Uno de los calibradores más extensos del mercado estadounidense de bonos, el índice Bloomberg Barclays Aggregate –el S&P 500 del mercado estadounidense de bonos–, establece ganancias superiores al nueve por ciento, incluidos los pagos de intereses y el alza de los precios. Si el año terminara en ese nivel, sería el mayor aumento del índice desde el 2002.

BONOS A LARGO PLAZO

A los bonos a largo plazo les ha ido incluso mejor. Si compraste el bono del Tesoro a diez años a finales del año pasado, tienes un aumento de casi un trece por ciento.

Estas ganancias en los precios son el corolario evidente de una característica del mercado de bonos que ha recibido bastante atención a últimas fechas: el rendimiento de los bonos, el cual se mueve en dirección opuesta a los precios, ha caído de una manera dramática.

Esta caída continuó el 28 de agosto, y el rendimiento en el bono del Tesoro a diez años disminuyó hasta llegar un poco por debajo del 1,47 por ciento. Este rendimiento era superior al tres por ciento a finales del 2018.

Los inversionistas que ahora están sentados sobre una montaña de ganancias inesperadas, enfrentan una dura decisión: congelar esos ingresos o apostar a que las ganancias continuarán mientras otros inversionistas los siguen al mercado de los bonos.

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