Hace dos semanas en esta columna mencionábamos el efecto paraguayo de la “ley del eterno retorno”. Los famosos temas recurrentes de nuestra cotidianeidad y sobre los cuales seguimos girando y girando sin avanzar para adelante. Por el contrario, vamos retrocediendo.

Finaliza febrero y como cada año, el mosquito y el dengue, la amenaza de huelga docente en el inicio de clases, las escuelas y colegios que se caen a pedazos, el lago Ypacaraí que se funde y las prematuras campañas electorales. Siempre lo mismo.

Y a propósito de campañas electorales pululan candidaturas para las municipales con el mismo cuento de siempre. Surgen los nombres, figuras gastadas y repetidas o algún que otro valiente outsider hablando de lo capo que es y su pretensión de llegar al poder para cambiar. ¿Cambiar qué cosa?

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Hace 30 años que nos vienen vendiendo buzones y lo seguimos comprando. Primero que Asunción era para todos, para todos los amigos, porque con Carlos Filizzola comenzó a inflarse la nómina de funcionarios en la Municipalidad de Asunción. Después llegó Martín Burt, el más capaz, el más capaz de no generar absolutamente nada. Pasó Enrique Riera, bueno en su retórica, pero con Nicanor en la Presidencia de la República no le dejó ni asfaltar en paz una sola avenida.

Apareció Evanhy con la única experiencia de haber reportado todos los rincones del Paraguay. Arnaldo, con su tractor amarillo que se quedó sin combustible durante tres años y recién al concluir su mandato comenzó a funcionar. Aterrizó el bueno y querido Mario, pero con un equipo de parias y hambrientos referentes de una izquierda torcida.

¿Qué se viene ahora? No se avizora nada nuevo bajo el sol. En el Partido Colorado, vemos a un entusiasta y siempre voluntarioso Óscar Tuma, que en su paso por Diputados demostró disciplina y constancia en su trabajo, por lo que por cinco años fue el legislador más productivo. Un Hugo Ramírez, que en la Junta Municipal mostró gestión a través de sus redes sociales con algunos temas de interés general, pero con la pesada mochila de haber minado de sus recomendados la institución.

Luego le sigue Martín Arévalo, quien hace 20 años es precandidato a la Intendencia de Asunción y siempre usó esa candidatura como herramienta de negociación futura. Está Julio Ullón, con una salida forzosa de la jefatura civil de la Presidencia de la República, envuelto en cuestiones poco claras. El empresario Juan Manuel Brunetti tiene buen perfil, pero con un aparente padrinazgo que no le favorece, aunque todavía está a tiempo de desprenderse y caminar descontaminado de la vieja política.

En la oposición, solo figuras débiles políticamente sin mayores chances de hacer frente a la estructura colorada. El liberal Guillermo Cortez, sin carrocería política, en la izquierda el senador Jorge Querey buscando aliados. Tal vez, Patria Querida pueda lanzar esta semana una figura con un perfil aglutinador y más convincente, a lo mejor con su diputado Sebastián Villarejo.

Muchos nombres, cero proyectos concretos para Asunción que cada vez está peor. Pero, siguiendo con nuestros temas recurrentes, ya saltan las guerras de las encuestas con los mismos encuestadores que nos dijeron que Efraín le ganaba a Cartes o que Marito le ganaba a Efraín con el 30%. Los mismos de siempre como si nada haya cambiado.

Próximamente debatiremos con ellos sobre lo mismo de siempre, alianzas, tranzas y otros entuertos y llegará al poder el que mejor logre pactar y no precisamente el que mejor proyecto realizable y revolucionario tenga para Asunción. Tal vez me venza el pesimismo, pero a juzgar por lo que hasta ahora vemos, en noviembre tendremos un nuevo intendente de Asunción y en cinco años los mismos baches, la misma basura, el mismo caótico tránsito y el mismo desorden. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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