• Por Matías Ordeix
  • Socio del Club de Ejecutivos

Nuestra región está on fire. Una de las razones principales de los levantamientos es que los gobiernos no han podido solucionar los problemas de fondo de gran parte de la ciudadanía. Los gobernantes y los políticos siguen sin satisfacer las necesidades básicas de la sociedad. Han cambiado incluso de partido o ideología, y nada. Vamos de la derecha, a la izquierda, y viceversa, o del centro o los extremos…, pero los problemas persisten, incluso se agudizan.

Sin duda, los latinoamericanos (pero también otras regiones) amamos los parches, pues las políticas profundas, los cambios positivos radicales, son casi inéditos. El cortoplacismo le gana a todos los gobernantes, y “pan para hoy, hambre para mañana”. Y solo por citar uno de los más claros ejemplos cercanos. El presidente Mauricio Macri era para muchos la esperanza, el cambio para la mejora, y qué pasó: la ciudadanía entendió que este cambio nunca llegó y lo castigó duramente en las elecciones. Y creo con razón…

¿Pero cuál es problema? ¿Por qué fracasan los gobiernos en general? Ya lo decía Marina Silvia, reconocida política brasileña, hay una crisis del “sistema político” de la democracia en sí. O sea, la propia democracia, con su sistema eleccionario, está fallando en su cometido esencial. ¿Cuál es este? Que el ciudadano se sienta representado y que “el trabajo por el pueblo” llegue efectivamente al mismo. ¿La dictadura es el camino? No para nada, ni mencionar… ¿Y entonces?

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Sobre todo, algo en el cual muchos de nuestros países fallan y debemos encontrar el camino de la mejora, es cómo construir “políticas de Estado”. Hacer, por ejemplo, de la educación una política educativa, que luego de acordado con todos los partidos, la sociedad y los expertos en el tema, esta política trascienda los gobiernos, se blinde ante cualquier color y permita una transformación profunda, de raíz, sin parches constantes. Imagínense lograr esto en Paraguay, que el 100% de los actores digan si a un “plan estratégico educativo de 15-20 años”. ¿No haríamos con este avance un salto cualitativo hacia una educación mucho mejor? Y si le sumamos una política para la salud, seguridad, de inversión, energética, etc…

Los países que trascienden construyen estos cambios, desde lo profundo, con un gran consenso, pero a largo plazo. Son países visionarios, donde prima su estrategia y no lo táctico, sus gobernantes y políticos no están pensando solamente en qué va a pasar en 5 años, sino ¿qué va acontecer con mis hijos en el futuro? ¿Qué país quiero para ellos?

Pero, vamos… no todo está perdido en Paraguay, creo coincidir con la mayoría de ustedes que afortunadamente nuestro querido país tiene un par de políticas. La primera, creo las más exitosa, es la política monetaria. No importa quién venga, quién suba al trono, el Banco Central con un perfil muy técnico y bastante apolítico es un modelo nacional exitoso, e incluso referente en la región. También venimos (o veníamos) bastante bien con la política fiscal, sobre todo luego de la aprobación de la Ley de Responsabilidad Fiscal (2013), que blinda el tope de déficit fiscal, algo clave e importante para todo país. Hoy se está hablando mucho de la misma, esperamos se respete.

Nuestros pueblos latinoamericanos están en crisis, se sienten alejados de las bonanzas macroeconómicas, no les han llegado las mejoras, que justamente reclaman. La responsabilidad principal es de los gobernantes y políticos, los que la mayoría de las veces hacen oídos sordos a los reclamos. También porque están inundados en la codicia, la corrupción y con visión cortoplacista (con excepciones). Pero es también nuestra culpa, como empresarios, por no pujar más ante la necesidad de los que menos tienen. Debemos ser más solidarios y fomentar las oportunidades. Hagamos también nuestra parte, todos somos Paraguay.

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