El peronismo es el gran regulador del clima político argentino. En tiempos fríos aporta calor y, cuando crece el aburrimiento inductor del sueño, abre las ventanas, da lugar al ruido, vendavales cruzados barren todos los rincones y lo que hoy estaba en un lugar amanece en otro y los allí, amuchados, reivindican pertenencia “desde la primera hora”. Tiempo y distancia se resignifican o mutan. Esta semana está marcada por dos vendavales: el electoral y el judicial. El anuncio de la fórmula [Alberto] Fernández & [Cristina] Fernández, lanzado por la ex presidenta (2007-2015) y senadora nacional Cristina Fernández, pegó fuerte.

Tanto en el peronismo multicromático como en las intenciones de Roberto Lavagna. Juan Schiaretti, gobernador reelecto en la provincia de Córdoba, rechazó aliarse con Alberto Fernández o con Mauricio Macri. “Alternativa Federal no va a hacer una alianza ni con el kirchnerismo ni con Cambiemos”. Agregó que tendrá “fórmula [presidencial] propia” y la caracterizó como una “tercera vía”. Pero, tal vez por la rapidez con la que se expresó para evitar eventuales fugas de algunos de sus aliados, su palabra sonó a soledad. Sus compañeros y cofundadores unos pocos meses atrás de “Alternativa Federal” –Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto– no hablaron con la misma firmeza que “El Tano”, como se lo apoda en el peronismo al cordobés. Triunfal, Schiaretti rechazó “la grieta que tanto daño le hace a la Argentina”, propuso “moderación” y reivindicó la necesidad de un “peronismo republicano”. Cristina se sintió blanco de aquel mensaje. Aceleró.

Lavagna –ex funcionario peronista entre 1973 y 1976; ex ministro de Raúl Alfonsín (1985-1987); y, ex ministro de Economía (2002-2005)– anunció: “Soy candidato a Presidente”. Después de que hablaran Cristina y Schiaretti, sintió que había quedado en offside. Hasta allí jugaba con la seguridad de que impondría a tirios y a troyanos su candidatura indiscutida sin participar de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO).

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Luego comenzó a soplar el viento judicial. Cristina y los que fueron sus más cercanos colaboradores, frente a los magistrados de Tribunal Oral Federal 2, debieron escuchar los delitos de los que los acusa el Ministerio Público en contra del Estado. Todos los canales de TV, radios y diarios nacionales e internacionales estaban allí. El juicio se extenderá por muchos meses. Tal vez años. Pero la sociedad ve, escucha, analiza y juzgará mucho antes.

El ecosistema sociopolítico argentino se alteró. Crecen los interrogantes. ¿Provocará daños el ventarrón tribunalicio? ¿A quiénes arrastrará el viento judicial? ¿Qué impacto tendrán esas corrientes de aire en las estructuras partidarias y en la percepción social? Los más cercanos a Cristina procuran paralelismos con Lula en Brasil. “No hay pruebas”, sostienen. La sociedad brasileña no atendió a esos argumentos.

En el plano político las preguntas no son menos. Luego de los anuncios: ¿Cuántos gobernadores peronistas siguen en torno de Schiaretti? Hasta el lunes, los distritos de los líderes provinciales peronistas nucleados en “Alternativa Federal” –alejados de Cristina– sumaban el 32% de la ciudadanía habilitada para votar. ¿Estarán aún allí? Fernández & Fernández apenas sumaban el 8%. ¿Mantendrán esos niveles de adhesión o el mapa se habrá modificado? Los tiempos para registrar alianzas electorales vencerán el próximo 11 de junio. ¿Con quién cerrará finalmente Lavagna, tiene partido propio para presentarse o intentará una coalición? ¿Los Fernández se presentarán por Unidad Ciudadana o por PJ? El 22 de ese mismo mes será el momento para inscribir candidatas y candidatos. ¿Se confirmarán todos los nombres anunciados hasta hoy? Habrá que esperar. La sociedad los mira por TV.

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