• Por Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Muchos jóvenes hoy día cuentan felizmente en sus hogares paternos con todas las comodidades que pudieran precisarlo para un buen pasar, como una variedad de electrodomésticos de alta gama, conexión a internet a full, TV por cable que nos permiten acceder a un sinnúmero de canales y ver los partidos de fútbol de las grandes ligas a nivel mundial, rica y variada comida, además de la confortabilidad de tener su propio aposento, empleada doméstica que se ocupa del lavado y planchado de sus ropas y por qué no también el autito de papá o mamá que está disponible las veces que los podamos precisar, pues son pocos los padres que les niegan a sus hijos todo esto, con tal de seguir teniéndolos cerca de ellos por más que internamente anhelen que puedan ser independientes. Aún sabiendo que “el síndrome del nido vacío” no es fácil de superar.

En los tiempos actuales la forma de vivir, pensar y actuar de nuestros jóvenes es muy diferente a los de antes.

Ahora si hacemos una encuesta, vamos a encontrarnos que una gran mayoría dentro de su escala de valores, está primero el poder concluir sus estudios terciarios, luego poder realizar alguna maestría, conseguirse un buen trabajo si es que papá no tiene su propia empresa en donde podrá incorporarse dentro del staff directivo, e incluso comprarse para su vivienda propia antes de tomar la decisión de dejar el hogar de los padres y casarse lo cual les podría insumir un tiempo no determinado.

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Es más, hoy día muchísimos matrimonios ya no son como antes que tenían varios hijos. Hoy uno o dos a lo sumo (tipo Europa), pues consideran que darle una educación integral a sus vástagos es fundamental, para que a futuro puedan manejarse por los caminos de la vida en condiciones mucho más óptimas que ellos.

¿Cuántos hijos que contraen matrimonio y de común acuerdo con sus padres deciden seguir viviendo con mamá y papá hasta tanto puedan consolidarse económica y financieramente antes de emprender el “vuelo de la independencia”?

Incluso muchos se casan, siguen viviendo en la casa paterna y no aportan lo suficiente como para poder satisfacer los requerimientos de comida, pago a empleada, servicios básicos, etcétera, recayendo “toda o gran parte de la carga” sobre sus papis, quienes incluso ya podrían estar jubilados y con niveles de ingresos que distaban de lo que recibían cuando estaban aún “en servicio activo” presionando en contra de su presupuesto familiar, pues los problemas de salud ya están presentes más a menudo, hay que comprar medicamentos y todo suma y muchas veces en progresión semigeométrica.

Por ello cobra relevancia que muchos jóvenes por más que tengan la posibilidad potencial de seguir viviendo con sus padres tomen conciencia y se puedan independizar lo antes posible, asumiendo el compromiso de trabajar, ganarse un salario, poder ahorrar algo cada mes ya con vistas a futuro, pues resulta muy cómodo seguir viviendo con nuestros progenitores “de upa” y sin aportar casi nada muchas veces al presupuesto financiero dentro del hogar.

Y aquí cobra importancia una vez más que los padres hablen con sus hijos acerca de la importancia del buen manejo de sus finanzas personales, pues deberían ser lo suficientemente conscientes y responsables en asumir de que “in etérnum” ellos no podrán seguir financiando parte de sus necesidades.

Muchas veces resulta incómodo a los padres abordar con sus hijos estos temas, pues no caben dudas de que les queremos a nuestros vástagos y no deseamos que reaccionen negativamente. Y ello se da muchas veces porque el tema manejo de las finanzas no ha sido tratado habitualmente dentro del hogar y ocurren casos en que uno a veces no sabe de dónde y cómo empezar la plática al respecto.

Papá y mamá deberían hablar con absoluta franqueza a sus hijos que como adultos que ya entiendan claramente las reglas que rigen del buen uso del dinero, y que facilitará una vez que se independicen en un 100% la posibilidad de tener un presupuesto de ingresos y gastos mensuales, viviendo en función a sus posibilidades, y llegará el momento en que dirán: “Le agradezco a mis padres por haberme abierto los ojos a todo esto a su debido tiempo. Gracias a ello puedo llevar un control financiero ordenado y no excederme en mis gastos más allá de mis posibilidades y evitar vivir estresado económica y financieramente”.

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