Pitágoras (572-497 AC) creía que todo el universo giraba en torno a los números; pasado un milenio Galileo Galilei (1564-1642) reafirmó esa premisa al declarar que las matemáticas eran “el alfabeto con el cual Dios había escrito el universo”.

Sospecho que ambos tenían razón y, es más, creo que el número dos es el que predomina en estos tiempos. Un ejemplo al que podemos recurrir es la crisis venezolana, ya que el mundo está dividido entre los que están a favor de que ingrese al país la ayuda humanitaria y los que creen que es una excusa para derrocar al actual mandatario.

Hay dos presidentes; dos sistemas de gobierno en pugna, democracia y socialismo; dos poderosos bloques económicos enfrentados, por un lado Rusia, China y Bolivia, entre otros, y por el otro EEUU, la OEA, algunos países de la UE y la mayoría de los latinoamericanos. Dentro del territorio bolivariano pululan dos grupos: los chavistas y los antichavistas.

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El caso me recuerda a otro país en el que también hay dos partidos políticos, de colores: uno gobierna y el otro siempre espera su oportunidad. También hay dos clubes deportivos que dividen las pasiones y embrutecen la razón. No es Venezuela.

Si la opinión pública mundial coincide en que es urgente que la ayuda humanitaria ingrese al país caribeño, ya que su población muere de hambre, en este otro país –que es uno de los grandes productores de alimentos del planeta– existen departamentos en los que sus niños no llegan a desarrollarse por falta de comida y sus pueblos originarios emigran a las ciudades para mendigar un mendrugo. No es Venezuela.

En ese país se siembran grandes extensiones de soja, a tal punto que el año pasado exportó alrededor de 9 millones de toneladas de productos de ese rubro… más que toda la población total. No es Venezuela.

No es Venezuela porque allí hay petróleo y no hace falta envenenar la tierra y los arroyos con miles de toneladas de glifosato para producir cada vez más y combatir las plagas, insectos, animales y vecinos humanos molestos.

“La extinción de los insectos: En 100 años no habrá ninguno. Los insectos de todo el mundo se mueren. Esta es la conclusión de un equipo internacional de científicos que han revisado 73 estudios con el mayor número de datos recogidos hasta la fecha sobre las extinciones de estos invertebrados”: The Guardian. El reporte indica que a este paso en 10 años habrá 25% menos de insectos en el planeta, en 50 años la mitad y en 100 años no quedará ninguno. Ni mariposas, ni abejas, ni hormigas, ni larvas… nada.

Ese país tiene gigantescos complejos hidroeléctricos que producen cantidades récords de energía, que sirven… para que los políticos de turno ingresen a sus recomendados con altísimos salarios que no condicen con la realidad ni el nivel de vida de la población. El uso de la electricidad está restringido para sus habitantes, pero es utilizada por los vecinos a precio cuestionable.

Y si en Venezuela claman por suministros médicos porque los niños o pacientes renales no reciben tratamiento adecuando y mueren, en este otro país los pacientes se disputan los pasillos del ente previsional social porque en las salas no quedan lugares. Esperan que el paciente de al lado muera para acceder a su cama.

¿Creen que es exageración? No. Este es el caso reciente de una mujer que tuvo que esperar 15 días por una consulta, que se le había agendado vía telefónica. Cuando a duras penas acudió a la cita le informaron que el especialista estaba de vacaciones y que debía hacer otro “agendamiento”. Enferma y sin respuesta, regresó a su casa y por la noche hubo que internarla en un sanatorio privado a causa de su dolencia.

Tras 5 días salió del nosocomio con una deuda millonaria para los familiares y con la condición de que debía hacerse un estudio en su seguro social. Allí le explicaron que debía esperar 3 meses para que le tocara un turno. No podía aguardar. Con lágrimas rogó una solución porque los dolores eran insoportables. Ya no dormía por las noches. Fue cuando un amigo se compadeció de ella y le consiguió turno. Le realizaron el estudio en el instituto en el que estaba asegurada. Pero nuevamente el médico que debía “leer” el resultado le dio turno para verla en 15 días si tenía suerte… o podía atenderla al día siguiente en su consultorio privado, claro, previo pago de la exorbitante suma de dinero.

En el país conocido, la gente tiene permitido morir de lunes a lunes, pero solo puede enfermar hasta el día viernes porque los funcionarios descansan los fines de semana. No es Venezuela.

En ese país las autoridades no piden ayuda humanitaria porque para ellos la vida es de lujo, no se percatan de las necesidades, o mejor, les conviene el hambre, sobre todo en épocas electorales. Y si les ofrecieran esa ayuda la aceptarían gustosos… para ellos mismos, no para el pueblo. No, no es Venezuela, es peor.

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