• Por Jorge Torres Romero
  • Periodista

Esa migración de colorados del cartismo al oficialismo tendría mucha lógica si Mario Abdo Benítez deslumbraba con una gestión extraordinaria en estos cinco meses, con varios aciertos y por ende capaz de despertar el entusiasmo entre sus correligionarios como un presidente que llegó con una hoja de ruta bien definida y trazada en favor del Paraguay.

Pero, nada de esto sucedió. Entonces, ¿qué motiva a los colorados pasarse a filas del oficialismo? La respuesta a todas luces es una y categórica: la prebenda.

El equipo liderado por Mario Abdo dio señales claras de que su arribo al poder fue para manotear las arcas del Estado, ubicar en cargos claves y relevantes a los leales, ayudar a los amigos en desgracia política y pasar factura al que no esté alineado. ¿El destino del país?, ¡bien gracias!

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El claro ejemplo de ello es lo que sucede en una de las binacionales con Duarte Frutos al mando. Es la desvergonzada utilización de los recursos públicos para mantener lealtades, conquistar aliados y destruir al considerado enemigo de turno. Nicanor tiene un masterado en ese oficio. Durante cinco años gobernó de esta manera.

Hoy, para el Gobierno sus preseas no son logros en gestión, son sus conquistas políticas en una muestra lacerante de que el presidente y su equipo siguen en campaña, sin digerir aún la enorme responsabilidad que tienen encima.

Mientras el equipo de Mario Abdo dilapida su capital de confianza midiendo su fuerza interna dentro de su propio partido político, la ciudadanía sufre las consecuencias.

No existe una agenda de gestión. La prensa, casi ya en su totalidad, evidencia la improvisación y la falta de resultados en todas áreas.

Ni siquiera hemos conformado un equipo para encarar con el Brasil la renegociación del tratado de Itaipú que se avizora y cuyas decisiones serán determinantes para el futuro del Paraguay. Es más, quien maneja esa binacional no tiene la autoridad moral para encabezar ninguna negociación ante nadie ante las dudas que giran en torno a su figura en relación al origen de su fortuna.

A esto se suman las decisiones apresuradas y bochornosas en materia de relaciones internacionales. Desde el cambio de sede de embajada de Israel, las becas, la pendular postura sobre el pacto migratorio y la inconsulta decisión radical sobre Venezuela, no hacen otra cosa que evidenciar la ligera aptitud de un ingeniero para diseñar la agenda diplomática.

Los grandes negociados en las licitaciones públicas gozan, como nunca antes, de muy buena salud. La “astucia” de algunas autoridades para burlar los procesos de control vía PNUD en las compras del Estado, es otra muestra de la ausencia de un liderazgo que imponga las reglas de juego.

Entonces, queda claro que esa migración de colorados al oficialismo es porque ven en ese lado no la oportunidad de formar parte de un equipo que está transformando al Paraguay, sino para formar parte de la rapiña al Estado como siempre lo han hecho varios de los que hoy lo están volviendo a hacer. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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