- Por Pablo Herken Krauer
La mejora en nuestra calificación riesgo país (o capacidad de pago de deuda soberana emitida por el Gobierno) que nos otorga Fitch es un extraordinario premio a nuestra buena historia económica, con el mayor reconocimiento posible a la herencia recibida por el actual gobierno como la mejor en comparación a la que anteriores administraciones hayan recibido. El certificado de “buena conducta económica” que Fitch nos brinda no es el resultado de una lotería de fin de año. Nada más lejos. Es el sello de “excelencia” por lo que se hizo e hicimos, por lo que se ha hecho, hemos hecho. Y con la seguridad del compromiso de seguir igual. Fitch nos aplaude. Y debemos de sentirnos muy orgullosos. Con esto no gana un gobierno, gana el país.
Fitch admira la capacidad “paraguaya” de resistir y superar los golpes (shocks) externos, el desempeño favorable de crecimiento económico con “evidencia” de una economía diversificada, el fortalecimiento de amortiguadores externos y el continuado compromiso de disciplina macroeconómica, destacándose la ley de responsabilidad fiscal cartista con una muy baja deuda pública (17% del PIB). Toca a la maquila al hablar de diversificación de nuestra economía. Saco números y a noviembre del 2018 exportamos US$ 514 millones (24% de las ventas de soja). No solamente marchamos, también cambiamos, en tiempos tormentosos, con vecinos en crisis y el valor de la soja por el suelo, como “ahora” todos se enteran.
Final. Me quedo con dos apuntes de Fitch: “El Gobierno de Paraguay ha desarrollado una trayectoria de políticas macroeconómicas prudentes y consistentes”. ¿Qué gobierno? ¿Es esta la “macroeconomía de utilería” de la que hablan los expertos de “5Días”? Y: “En general, su gobierno (por el de Mario Abdo Benítez) ha prometido la continuidad de la política macroeconómica del anterior gobierno”. Soy muy feliz cuando mi país gana. Y más feliz cuando los que la golpean reciben un maravilloso como tremendo golpazo de la mano de Fitch. A un paso del “grado de inversión” (investment grade). ¡Utilería tu abuela! Duele decirlo, pero hay que decirlo.
