En el panel con que se cerró en la radio 970 la retrospectiva sobre la “fecha feliz”, el pasado 3 de noviembre, recordando el cumpleaños del Tiranosaurio, hubo una coincidencia entre los panelistas: que el peor daño que hizo el estronismo al país fue la destrucción del sistema educativo ¡y eso que hizo tantos! Como para ilustrar una historia de la podredumbre política y del saqueo de las sociedades humanas no alcanzaría este espacio para enumerarlo, sin dudar reafirmo la coincidencia que tuvimos los contertulios, ya que el Ministerio de Educación ha sido degradado una vez más y esto ya no es culpa de Stroessner, aunque sí de algunos de sus aprendices de brujos.

Costó recuperarlo, y aún se sigue luchando, de las manos de los políticos que se lo habían apropiado. Desde que recuerdo, el ministro que inauguraba una nueva etapa con la democracia hizo un mensaje a los docentes reclamándoles el orgullo perdido; todavía seguían las mañas de la era dictatorial y poco después el ministro de marras que devolvió a los docentes el orgullo de serlo fue destituido por la presión política de Lino Oviedo. Sin embargo, la oleada de recuperación del orgullo y la profesionalidad no paró. Por el contrario, los dóciles docentes, aunque muchos no lo recuerden o no lo quieran recordar, fueron recuperando su capacidad de ciudadanos con un deber dentro de una democracia, pero también con un derecho… y, sobre todo, profesionalidad, lo que había abolido la dictadura.

En el Paraguay de los años 70 había un buen nivel educativo, creo que el de los docentes que podríamos resumir en el nombre de Indalecio Cardozo y sus colegas, por señalar en este resumen una etapa de un proceso que venía desde antes, desde los tiempos de Sarmiento, por llamarlo con el nombre de un gran promotor de la educación en la región.

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En aquellos tiempos, por hacer una referencia, revistas como Okára poty kuemi editaban los versos de los poetas y tenían tiradas de hasta más de veinte mil ejemplares que pocas publicaciones alcanzaría después. Eso significa que se leía, y no solo en español, ya que ese cancionero popular que tuvo su apogeo durante y después de la Guerra del Chaco era bilingüe.

Recordé en la oportunidad un olvidado diario llamado el Enano, que se editaba en español y guaraní, con gran sentido crítico y buen sentido del humor… Había por lo menos media docena de revistas culturales, imposibles de imaginar incluso hoy, cuidadosa y artísticamente diseñadas y escritas, con una gran actualización de la información cultural regional y universal. Hace poco se recordaron los 50 años de la muerte del poeta y ensayista René Dávalos, uno de los protagonistas de la Revista Criterio. Creo que Pedro Gamarra Doldán puede hacer un registro más memorioso y completo al respecto. Es decir, había un nivel, que en vez de crecer y ampliarse con los años fue destruido por la dictadura. Para resumir, en Criterio, sus editores y redactores fueron encarcelados, perseguidos, exiliados… las revistas, en general, fueron secuestradas y prohibidas y heroicos y sufridos periódicos políticos fueron clausurados.

El estronismo tenía claro que para imponer impunemente la dictadura había que acabar con la educación y con los medios de trasmisión de conocimiento y pensamiento. Comenzó con el sector público, afiliando maestros y expulsando a docentes con formación, que no se dejaban manipular. Siguió con el sector privado, nombrando a un interventor que limpió de educadores, docentes y decentes para instalar a políticos, se clausuraron colegios y se expulsó a los disidentes. Basta recordar, para poner un memorable ejemplo, al recordado maestro Resck, quien sufrió golpizas públicas y torturas, documentadas afortunadamente, y finalmente, el exilio. Luego caerían las universidades y un nuevo “exilio” de los jesuitas, que no está registrado en la historia de los exilios de la compañía en su largo y sufrido magisterio educativo en la región, al menos en los libros que tengo a mano.

Llegamos a tener en aquel entonces un ministro que se ganó el apodo de Ñandejára Taxi para poder calificarlo con el título que le correspondía en la rebelión popular contra la masacre que se iba realizando sistemáticamente con la educación.

Pese a los muchos descalabros contra la sociedad que se perpetraron, desde los crímenes, las torturas, los exilios, la corrupción el uso y el abuso de la cosa pública en forma sectaria, la destrucción de los valores, la descomposición sectaria de la sociedad dividiéndola entre “los buenos y los malos paraguayos”, la persecución promovida contra, incluso, héroes del Chaco, héroes que hicieron grande la cultura, como Flores, entre tantos que murieron lejos añorando el retorno a su patria que les negaban.

Pese a todo eso, y que ahí entre los tertulianos de la 970 estaban víctimas de tremendas y dolorosas torturas en esa época, la decisión de considerar que entre tantos males el peor y el más dañino fue el que sufrió la educación, es bastante ilustrativo de la dimensión del mal y del daño ocasionado.

Costó recuperar y reinsertar la educación como valor en el proceso democrático; el valor de la educación y la autonomía de la enseñanza, aún no del todo recuperados a plenitud.

Por eso es más que preocupante que de nuevo en el Ministerio de Educación vuelva a imponerse a los políticos por encima de los docentes, de corromper de nuevo ese valor que estábamos recuperando para ponerlo de nuevo en manos de arribistas de la política, ninguneando a técnicos que se han forjado en estas décadas de lucha y recuperación de los valores educativos y el respeto a la profesionalidad de los docentes y de la docencia.

Es urgente y necesario corregir este, más que error, horror.

Será justicia.

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