• Por Bernt Entschev
  • Fundador de The Bernt

En un mundo en el que la competencia en el mercado de trabajo es extraordinariamente grande, todavía me entristece ver personas altamente cualificadas en busca de una oportunidad, mientras que gente incompetente desdeña sus funciones, atendiendo mal a los clientes, aliados, público interno y así por delante. Como consultor, me pregunto: ¿Cómo es posible? Y es posible, están en todo lugar. Seguro ya se ha encontrado con muchas en los últimos días.

Vamos a citar un ejemplo preciso sobre lo que estoy hablando. Hace unos días, saliendo de una corporación después de una consultoría, me encontré con un prestador de servicios que conozco hace algunos años. Un profesional que tiene un equipo impar, competente y que entrega resultados, cumple plazos, es aliado en varias tareas, incluso no estando totalmente en su alcance de trabajo. En nuestra charla me comentó que estaba visitando esa empresa porque eran constantes los problemas que tenía con el sector financiero, como la recepción de su factura de prestación de servicios mensuales, pérdidas y retrasos de pago.

Además, este colega me contó que la persona responsable por el sector solo decía “emita otra factura porque estaba de vacaciones en los últimos días y los e-mails se han extraviado” o “este mes me olvidé de emitirla”. ¿Por qué eso todavía acontece en el mercado de trabajo? Y eso que no estoy hablando de una empresa de garaje.

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Al realizar un análisis profundo de la cuestión llego a dos conclusiones. La primera es que los profesionales poco entrenados, con poca iniciativa y bajo comprometimiento, y poco respeto de las reglas y del prójimo por lo general, son los que más tienen este tipo de comportamiento. Esto es grave puesto que acaba por afectar la imagen de una organización que muchas veces tienen excelentes productos o servicios.

La segunda conclusión es que, infelizmente, existe en el mercado empresas que orientan sus propios colaboradores a actuar de este modo, con el objetivo de ganar más tiempo, u ocultar errores de procesos o además dar disculpa por no cumplir un compromiso asumido.

La empresa que mencioné, en charlas internas, verifiqué que se trataba del primer caso. El problema estaba en una persona mal entrenada y con perfil inadecuado para el sector. Un buen entrenamiento ciertamente resolverá el problema. En el caso de entrenamiento aplicado y reincidencia, no hay forma, el colaborador deberá ser cambiado por uno que tenga un perfil más adecuado.

En el segundo caso, sugiero que el propio colaborador se cambie de empresa. No es admisible que como profesional tenga siempre que “inventar” disculpas, en muchas ocasiones contra sus valores, con el fin de perjudicar proveedores o aliados en detrimento de ventajas en que vence el más fuerte en la cadena económica. Empresas como esas deben repensar sus conceptos y si efectivamente están haciendo esto sabiendo se debe a un grave problema de gestión y a mediano plazo pueden perder buenos proveedores que contribuyen directamente en el éxito de su existencia.

Por último, quiero dejar registrado además que hay poca vivencia de la palabra “respeto” en el mundo corporativo. Si se lleva la palabra al pie de la letra, se evitarían muchos problemas de gestión en la relación con el público. Inclusive, escribir un artículo como este no tendría cabida. Al fin de cuentas, respeto es algo positivo y todos queremos ser respetados.

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