Por Dany Fleitasdaniel.fleitas@gruponacion.com.py

Asumieron las nuevas autoridades nacionales en un escenario político y social bien marcado por el protagonismo de la gente que busca, a través de movilizaciones populares, tener más influencia e incidencia que antes en la toma de decisiones. La presión ciudadana sobre el Congreso Nacional quedó latente con la última renuncia de un diputado antes de los actos protocolares de asunción de mando y que, de seguro, seguirá para que otros legisladores y autoridades bajo sospechas de corrupción y/o tráfico de influencias den también el mismo paso.

En este ambiente es muy probable que otras representaciones, como las organizaciones campesinas, los sindicatos, sectores estudiantiles e inclusive algunos partidos políticos, se sumen en breve a las protestas para exigir cambios en la Justicia en su conjunto. De los tres poderes del Estado, el Judicial es el que la está sacando bien barata en esta era democrática, considerando que el Ejecutivo y el Legislativo son siempre los primeros blancos de ataques ciudadanos.

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El nuevo gobernante, Mario Abdo, fue coherente en su discurso con los reclamos permanentes del pueblo, que pide a gritos una mejor administración y aplicación de la justicia en Paraguay. El gran desafío del Paraguay a vencer es la impunidad. De esto hay plena coincidencia. De ahí que el Presidente, que juró el miércoles último, dijo lo que la gente quiere escuchar: “La impunidad es al cáncer a vencer (…)” y añadió: “Me comprometo a conseguir los consensos necesarios para construir una justicia verdaderamente independiente. No quiero un juez amigo”.

Las promesas de una mejor gestión en educación, salud, seguridad, ambiente, lucha contra la pobreza, entre otros aspectos, fueron incluidas en el primer mensaje presidencial, no así el llamado a una convención nacional constituyente para llevar adelante una reforma de la Constitución Nacional. Llama la atención, porque la Carta Magna fue tema central de discusión de los últimos meses. Quizá porque el Presidente sabe que un eventual cambio de la Constitución para permitir la reelección ya no será para sí. De hecho, aseguró que será senador vitalicio.

Ante este enorme desafío que tiene el Ejecutivo en frente, de impulsar la reforma judicial, habrá que ver cuál será el comportamiento de cada una de las fuerzas políticas representadas en el Congreso Nacional. Si bien no es imposible, el planteamiento es bastante ambicioso. Semejante apuesta impactará en otras instituciones, pues la construcción de consensos para hacer cambios requerirán de los votos de legisladores, quienes responden a su vez a diversos intereses. Como es de esperarse, no dudarán en exigir “cuotas” de poder.

El nuevo gobierno, que responde a la ANR, iniciará las negociaciones para la aprobación de sus proyectos de interés en un escenario político muy complicado. Los partidos con representación parlamentaria tienen diferentes realidades, cada cual con sus dificultades e intereses político-electoralistas. El Partido Colorado, como es sabido, hoy está dividido; el Partido Partido Liberal Radical tiene dos fuerzas contrapuestas: el efrainismo que maneja todavía el partido, pero que está en baja y el llanismo, que está buscando la manera de hacer a un lado al ex candidato a presidente de la República perdedor; el Frente Guasu, y el Partido Democrático Progresista y Cruzada Nacional dieron ya señales de que no van a aprobar todo lo que los colorados propongan. Todavía no sabemos cuál será la conducta que asumirán las bancadas de Hagamos, Patria Querida y Unace al momento de la presentación de las reformas propuestas por el Ejecutivo. Esta diversidad, con su forma de pensar y de actuar, marcará la agenda del Presidente, para bien o para mal. Todo dependerá de su muñeca política y de la capacidad de diálogo para lograr la unidad colorada y construir mayorías.

Suena lindo y el papel soporta siempre todo. Ojalá que del dicho al hecho no haya mucho trecho, pues la ciudadanía tiene mucha expectativa con relación a los cambios que se puedan impulsar desde la acción política, con más razón cuando los políticos últimamente se desprestigiaron bastante. De llevarse a cabo una renovación de la Justicia los cambios no solo deben ser estructurales. La clave está en poner a hombres y mujeres capaces, honestos y justos en los cargos importantes. ¿De qué sirve una estructura de primer mundo si continúan los mismos corruptos de siempre dentro? Las personas son las que llevan adelante las instituciones. La renovación debe comenzar por ahí.

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