ALEX NOGUERA, alexfnoguera@hotmail.es

Este mes se cumplieron 140 años de que el escritor Julio Verne concretara su capricho personal de conocer dónde se libró la Batalla de Rande, lugar que aparece en su obra “20.000 leguas de viaje submarino”, publicada en 1870. Para muchos este novelista fue el inventor del submarino moderno, ya que solo 18 años después Isaac Peral botaba el primer sumergible eléctrico de la historia, basado en el Nautilus.

Aunque existieron otras formas de submarinos antes que el de Verne, nadie duda de que él fue el ideólogo de que el hombre fuera a la Luna, en 1969 (coincidentemente en el mes de julio). En 1865 este autor escribía “De la Tierra a la Luna”, novela que se adelantaría un siglo. Y es que en ella se describía la aventura en 97 horas, es decir 4 días y una hora, como fue el primer viaje tripulado de la NASA, que, efectivamente, duró 4 días.

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No fue su única visión de lo que traería el futuro para la humanidad. Verne, quien vivió entre 1828 y 1905, también predijo un sistema de comunicación parecido al internet actual en su novela “París en el Siglo XX” (1863), además se adelantó 20 años a la primera fotografía subacuática y 40 a la conquista del Polo Norte, con “Las aventuras del capitán Hatteras” (1866).

Verne es considerado el padre de la ciencia ficción junto a H.G. Welles, quien también se ocupó de aventuras espaciales con “Los primeros hombres en la Luna” (1901) y otras propuestas que no faltaría mucho para que se vuelvan realidad, como “La máquina del tiempo” (1895) y “La guerra de los mundos” (1898).

A pesar de que no existe una confirmación oficial de que existan los extraterrestres, fue Orson Welles quien en 1938 adaptó la novela de H.G. Welles y creó un radioteatro que produjo pánico a la población. A pesar de que había advertido de que se trataba de una emisión ficticia, el formato de noticiario hizo que el público pensara que se desarrollaba una verdadera invasión alienígena.

A la visión futurista de Verne y Welles se sumaron otros íconos de la ciencia ficción, cuyas ideas luego se convirtieron en realidad a pesar de que en su época eran consideradas imposibles. Uno de ellos fue Gene Roddenberry, creador de Star Trek o Viaje a las Estrellas.

Los millones de seguidores de la serie están de acuerdo en que son muchos los aportes que dio a la ciencia: desde las clásicas videollamadas con celulares, que hoy son normales y que hace 50 años eran pura fantasía; el tricoder para escanear a los enfermos; las computadoras con pantalla táctil; el traductor universal de lenguas; los holodecks y la realidad virtual; las computadoras que entienden la voz humana; hasta las simples puertas corredizas. Tal vez pronto un humano pueda alcanzar la teletransportación, ya que hoy es una realidad. Sí, es que el año pasado unos científicos chinos lograron teletransportar –por primera vez– una partícula cuántica hasta un satélite que orbitaba a 500 km en el espacio.

Los nacidos en el siglo pasado conocen acerca de la reputación de un médico de apellido Frankenstein y sobre su investigación. En abril de este año el mundo entero pudo enterarse de que unos científicos de la Universidad de Yale (EEUU) habían utilizado cerebros de cerdos decapitados y los mantuvieron en funcionamiento durante 36 horas. Ahora la ciencia se debate sobre los alcances éticos de esta nueva ventana que se abre, esta vez para vencer nada menos que a la muerte. ¿Podrán revivir a los muertos? ¿Tendrán alma? ¿Recordarán a sus seres queridos? ¿Podrán implantar cerebros en cuerpos jóvenes y alcanzar la inmortalidad?

Son muchas las preguntas que surgen, así como los miedos a las respuestas que podrían acarrear. La humanidad nota con preocupación que las fantasías de antes hoy son realidad. Pero no es el único temor que enfrenta. Por ejemplo, también se debate sobre los verdaderos alcances y aplicaciones de la Inteligencia Artificial, que actualmente utilizan varios programas.

Según algunos especialistas -como Peter Hannay, consultor jefe de la empresa de ciberseguridad Asterisk y antiguo docente e investigador de la Universidad de Edith Cowan de Australia- los celulares escuchan nuestras conversaciones privadas. Y no es que alguien “pincha” nuestra línea cuando hacemos una llamada, sino mucho peor: estando apagados los celulares se activan al “escuchar” palabras “gatillo” y envían la grabación a servidores. Estos disparadores también serían usados en Facebook e Instagram para ofrecer –hasta ahora– publicidad personalizada a los usuarios.

El primer “gatillo” de las ideas fue el cerebro de personas fantasiosas que la ciencia se encargó de “escuchar” y el tiempo de hacerlas realidad. ¿Debemos cuidarnos de los sueños? Sí, y de la ciencia, más aún.

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