Poco más de un año ha pasado desde que los administradores de los municipios del país –tanto intendentes como concejales– asumieron sus funciones en sus respectivas comunas para gobernar por cinco años. No solo han llegado con la legitimidad de los votos, sino también con la enorme expectativa ciudadana volcada en la gestión que pudieran hacer por su ciudad. Pero pese a esta expectativa, pocas son las localidades que se han podido destacar al término del primer año de gestión. Muchas han quedado aplazadas por razones diversas.

Salvo algunas excepciones, la mayoría de los municipios padecen los mismos inconvenientes como ser las calles y avenidas en mal estado o intransitables, deficiencia en la recolección de basura, o insuficiente limpieza de espacios públicos como plazas o mercados, entre otros, por nombrar solo algunos aspectos que importan, y mucho, a la ciudadanía. Ni siquiera se analiza la gestión desde el punto de vista financiero, donde varios de estos municipios han mostrado debilidades cuando de recaudar dinero se habla.

Hay municipios del Área Metropolitana que tropiezan con enormes inconvenientes a la hora de gobernar. Un ejemplo es el caso de la ciudad de Lambaré, una importante urbe asentada en el cinturón periférico de Asunción, que padece cada tormenta, cada lluvia, por no contar con desagües pluviales y que genera, debido a la devastadora acción mecánica de las aguas convertidas en raudales, la destrucción parcial o total de calles, avenidas o puentes. Ahora, ese distrito, luego de un año de gestión, por fin da luz verde a la emergencia vial que solucionará en parte el grave deterioro que sufren sus principales arterias. La comuna destinará unos 4.000 millones de guaraníes para reparar las estropeadas arterias de este municipio.

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Nada destruye más para el progreso de una comunidad que los beneficios personales o sectarios. Y esto debe extenderse a otras ciudades del Área Metropolitana que también adolecen de inconvenientes parecidos a los de los lambareños.

Lo llamativo aquí es que esta emergencia recién pudo darse un año después de que asumieran sus autoridades, mientras que en otros municipios como, por ejemplo, en Asunción, esa medida de urgencia se otorgó en las primeras dos semanas. Pero discrepancias internas entre la Junta y el jefe del ejecutivo comunal han postergado que los lambareños, y todos los ciudadanos que diariamente transitan por esta localidad, la fundada esperanza de tener calles decentes.

El caso lambareño demuestra que es clave articular una buena relación entre el ejecutivo municipal y los concejales, que son también los representantes de la ciudadanía; para ello es clave el diálogo y desprenderse de intereses políticos para trabajar de manera fusionada por los legítimos reclamos que hacen los pobladores.

Nada destruye más para el progreso de una comunidad que los beneficios personales o sectarios. Y esto debe extenderse a otras ciudades del Área Metropolitana que también adolecen de inconvenientes parecidos a los de los lambareños. En Villa Elisa, por ejemplo, bajo la administración de un intendente opositor, también los habitantes de esta comunidad tampoco ven los avances esperados desde diciembre del 2015, situación similar que sucede en otros municipios del cinturón urbano de Asunción, como es el caso de Fernando de la Mora, San Lorenzo, Mariano Roque Alonso o Luque, ciudades donde sus pobladores tienen quejas reiteradas del servicio y de la gestión de sus autoridades.

Los municipios reciben suficientes fondos, ya sea a través de royalties de las binacionales como otras transferencias, como por ejemplo el del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), dirigida al sector de la educación, además de los recursos propios que generan en concepto de tasas, hacen que las comunas posean suficientes recursos como para ofrecer más y mejores soluciones para la ciudad.

Los municipios son el primer proveedor de soluciones de la ciudadanía, es el primer eslabón del Estado que otorga amparo y salida a los problemas del vulgo. De allí la importancia de que sus administradores, tanto en la silla del intendente, como en las curules de la Junta, trabajen aliados por una causa común: el progreso de la ciudad.

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