"No hay que generalizar. Esto fue el caso de un sacerdote que estaba ahí, no precisamente por Dios, tendrá otras ambiciones. Porque así como hay buenos sacerdotes, también hay malos sacerdotes y a mí me tocó trabajar con un mal sacerdote. Solo le pido a la gente que no pierda su fe, uno va a la iglesia por Cristo y no por una sola persona", con estas palabras, Alexandra Torres (20) inició su conversación con La Nación. Narró la situación por la que atraviesa, luego de denunciar el acoso sexual de parte del cura de su iglesia.

Alexandra es estudiante de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional de Asunción y se encuentra en pleno proceso de exámenes finales. Al mismo tiempo, está pasando por otra prueba muy difícil: ella denunció el progresivo y continuo acoso que sufría por parte del sacerdote de su parroquia, Silvestre Olmedo. El religioso llegó incluso al contacto físico (le tocó el pecho). Con temor ante la situación, finalmente se decidió e hizo pública su historia y la denuncia correspondiente.

"Esto empezó hace un tiempo atrás, más o menos desde que asumí la coordinación de la pastoral juvenil, en diciembre de 2015. Desde ese tiempo empezó a decirme palabras, a ser extrañamente cariñoso. Al principio una no se da cuenta, pero luego se pone a analizar y ahí quita sus conclusiones", recordó Alexandra.

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Situación incómoda

"Me decía cosas como 'nde porâiteiko', me acariciaba el pelo, me abrazaba, o cosas así. Era una situación incómoda para mí, pero yo no quería tomar a mal, no quería decir nada, como que era el sacerdote de la parroquia. Estaba hace tres años en la parroquia", dijo Alexandra.

La joven comentó que le tocaba trabajar de cerca con el sacerdote. Como coordinadora de la pastoral juvenil, le correspondía realizar las notas, planificar las actividades que debían ser aprobadas por el sacerdote, y otras responsabilidades.

"Me gustaba participar de esas actividades, pero ya no voy a la iglesia después de eso. No me fui más a misa, porque a el seguía ahí. Tampoco iba más a la casa parroquial", expresó la joven estudiante.

Relató cómo fueron los meses en que nadie más que ella y pocos amigos sabían la situación. "Me costó, al principio le conté solo a gente de mi entorno, con la que más hablaba. Cuando tomé la decisión de renunciar a la coordinación, hice pública mi situación en una asamblea donde estaban todos los jóvenes".

Alexandra explicó que tomó coraje gracias al apoyo de sus amigos, porque si no tenía ese apoyo, no se iba a sentir fortalecida para afrontar la situación.

Más víctimas

Posiblemente existan otras tres mujeres que tuvieron lamentables experiencias similares a la de Alexandra con el mismo sacerdote.

"Tengo conocimiento de que a tres chicas más él le hizo algo similar. Luego de contar mi historia, me contaron que sufrieron también acoso de parte de el", aseguró.

Aunque se dio cuenta de lo que pasó en el momento, Alexandra contó que tuvo algunas confusiones sobre el hecho. "Me di cuenta de lo que pasó en ese mismo momento. Al principio habían dudas, pero después me di cuenta que yo fuí una víctima. Asumí eso", comentó.

Luego del hecho, Alexandra trataba de sobrellevar la realidad evadiendo en todo momento al cura en cuestión. Evitó contacto visual o verbal con él. "Mi hermanito hizo la primera comunión y él se fue a hacer la misa. Me dolió tanto no haber participado, porque el estaba ahí", recordó.

Al no hallar respuestas a nivel eclesial, Alexandra apoyada por amigos y familiares, realizó la denuncia en la fiscalía zonal de Limpio.

"Hablé primero con mi coordinadora. Le comenté la situación y ella me derivó con monseñor que es el decano y luego llegué hasta Monseñor Edmundo Valenzuela. Yo tardé en hacer la nota, porque estoy todo el tiempo en mi facultad y me tenía que ir hasta Areguá para llevar la nota. Después de mi renuncia, un amigo me dijo que me ayudaría y llevaría mi nota. Ese mismo día hicimos y luego me convocó para una audiencia, la semana pasada", rememoró Alexandra.

La audiencia

Sobre la audiencia con monseñor Edmundo Valenzuela, Alexandra dijo que vio cómo se encubren entre las mismas autoridades eclesiales.

"La verdad que yo veo que se encubren todo entre ellos. Monseñor Valenzuela me habló bien, tomó nota de todo lo que le comenté. Le dije que quería una respuesta. Ahí se calló un rato y dijo que 'no tenemos que atropellar, tenemos que ser prudentes, cautelosos y que también está la dignidad del sacerdote'. Eso nos dijo y no fue ninguna respuesta para mí, quedé decepcionada y mal".

Agregó que Monseñor le dijo a ella y a su amigo que la acompañó: "Bueno, tienen que saber diferenciar entre el pecado y el pecador, pídanle al Espíritu Santo. Oren por él".

Desde anoche, los amigos y compañeros de la pastoral juvenil realizan vigilias de oración en apoyo a Alexandra y al esclarecimiento del caso. "Mi fe en Dios no cambia después de esto, porque sobre todas las cosas, una persona en el que debe creer es en Dios. Lo que sí cambia es la confianza que uno va a tener después con las autoridades eclesiales".

"Tengo miedo, el miedo no se acaba. Siempre estoy pensando en qué será que pueden hacer las otras personas en mi contra, después de dar a conocer esto. Muchos tachan a esa persona que tomó valor para denunciar, dicen cualquier disparate. Al mismo tiempo me siento fortalecida por el grupo de la pastoral y por mi familia. Todos se preocupan por mí", finalizó Alexandra.

Actualmente, el caso se encuentra en la fiscalía zonal de Limpio. Alexandra aguarda la llamada para los estudios psicológicos y posterior investigación del caso.

Cura admitió el abrazo

En representación del padre Silvestre Olmedo, el vicario de la Arquidiócesis de Asunción, Oscar González, en comunicación con la 730 AM, afirmó que el cura Olmedo reconoció que intentó abrazar a la joven.

"El intentó abrazarla y que ella se esquivó, solamente eso dijo. La intención no sé, pero eso fue lo que dijo y está grabado. Sobre eso estamos trabajando. Él no dice que le haya acosado", mencionó González.

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