Maruja Bustamante -actriz, dramaturga y directora argentina- es la responsable de traer a "La Gitanilla" desde Cervantes hasta "América Latina". Ese nombre tan continental lleva su adaptación de la novela ejemplar, que será dirigida por Víctor Sosa Traverzzi. La obra -con alto contenido musical- será estrenada en noviembre dentro de la V Edición del Mes del Teatro Hispano Paraguayo del

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La Nación Digital

conoció el proceso de este trabajo durante una conversación con la autora.

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Por Natalia Santos (nataliasantos@lanacion.com.py).

Setiembre fue el mes en el que Maruja Bustamante -nominada como actriz de reparto a los Premios ACE 2016 por su trabajo en "Tribus"- realizó su residencia en Asunción. ¿La finalidad? Establecer un diálogo con Víctor Sosa Traverzzi para llegar hasta el corazón de "America Latina", su versión de "La Gitanilla" de Miguel de Cervantes.

"Acá -a Asunción- vine al Centro Cultural de España enviada por el Centro Cultural de España de Buenos Aires", dijo al iniciar su explicación sobre el trabajo en conjunto que realiza con el actor y director paraguayo.

Es que Maruja -en 2014- adaptó la historia de Preciosa, una encantadora niña rubia crecida entre gitanos, romancera talentosa y la más llamativa de su tribu. La trama descubre el conflicto racial que encerraba hace 400 años la presencia gitana en Castilla.

"Yo no quise tomar el conflicto racial ni de clase, porque me parecía que iba a entrar en una zona un poco solemne. Entonces tomé la diferencia con respecto al arte. Entonces la gitanilla se vuelve rockera y se llama América Latina. Ella conoce a Deseo que pertenece a otra clase social y es un artista conceptual, que se cree superior", explicó Maruja.

"Allá (en Buenos Aires) pasa mucho que los artistas conceptuales y visuales son parte de claques elitistas que desprecian el arte popular; y el rock es muy popular. Yo tomé ese diálogo en lugar del xenofóbico", remarcó Bustamante. Este trabajo fue destacado por Página 12 en un artículo de su suplemento de espectáculos.

Libertad para América Latina

"…sepa que conmigo ha de andar siempre la libertad desenfadada, sin que la ahogue ni turbe la pesadumbre de los celos". Ésa es la cita textual de un monólogo de "La Gitanilla" que forma parte de lo que para Maruja es uno de los primeros manifiestos feministas que hay.

En su adaptación, Bustamante redobló la apuesta y la hizo símbolo: se llama América Latina y es mujer.

"Nada de poner a América en lugar de la mujer lisiada, pues no lo soy ni lo seré jamás, nada de subestimar a América, de convertirla en una cosa, nada de dejar a América para lo último, nada de creer que América se arreglará sola, nada de invadir a América, nada de copiar a América, nada de juzgar a América, nada de abandonar a América, nada de considerar a América propiedad de nadie..."

No acepta la opresión del primer mundo, ni del varón que la quiera anular. Pero aún así, Maruja le escapa a la seriedad pesada y busca llevar el mensaje de otra forma.

"Más que nada es una historia de amor muy romántica. Casi con un tono lírico en el medio; medio en chiste, desde un lugar melodramático. A mí me gusta el melodrama mezclado con la música. Cuando hice el semimontado en Buenos Aires, Latinoamérica era una rockera y se enamora de un pibe de arte contemporáneo. Acá, Víctor eligió que el tono sea más jazzero, porque la actriz que hace de América toca el saxo", relató la autora.

Un diálogo musical

El método que están usando para que la América Latina de Buenos Aires adquiera el tono de Paraguay es el diálogo creador. En Asunción la versión cambió de estilo musical, se hace sobre un escenario a la italiana, se construye en equipo. Maruja le cuenta a Víctor cómo la hizo, qué ve y él va generando su propia puesta.

"Todo es diferente. Es un rehacer y charlarlo con Víctor", agregó Maruja antes de pasarle la posta a Gonzalo Pastrana, el musicalizador.

"Por suerte nos encontramos con un equipo de actores que tocan y son muy buenos músicos. Es muy grato y facilita mucho el trabajo", sostuvo Gonzalo quien con los codirectores trabaja para armar un pequeño esquema de todo lo que se va a trabajar en la puesta.

"Regularmente cuando musicalizo -como soy actor y trabajo mucho de actor- me interesa mucho aportar a la dirección y me gusta mucho trabajar en el montaje del musical", manifestó Pastrana. Al mismo tiempo, reveló que en la obra hay escenas intervenidas musicalmente, unas cantadas y otras no, en las que intervienen varios instrumentos: saxofón, percusión, bajo y guitarra. Todos son músicos profesionales.

"Fue rápido el diálogo porque yo también trabajo mucho con lo que ofrecen ellos y tenemos material muy variado. El bajista es de blues, el guitarrista es del folclore, la saxofonista toca más jazz; entonces se arma esa mixtura para formar una banda con canciones tocadas y cantadas", comentó.

En medio del intercambio, las escenas van tomando su propio tono. La música –en la medida en que los músicos y actores la van haciendo suya- tiene ese permiso de cambiar sobre todo para el teatro, según Pastrana.

"Estamos avanzando un montón. La obra tiene una complejidad técnica que no es tan alta, pero la tiene, porque tiene tres micrófonos. Hay que estar muy pillos, y ser un poco todos sonidistas porque hay intervención sonora en la escena. La puesta es muy contemporánea y hay que hacer una especie de alfombra sonora", subrayó.

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