Con "La voz perdida", Marcelo Martinessi se alzó con el

(Horizonte). El Festival Internacional de Cine de la Bienal de Venecia escuchó el testimonio de una campesina y se rindió ante el lenguaje visual de uno de los exponentes del cine de Paraguay para el mundo.

Por Natalia Santos (nataliasantos@lanacion.com.py / @nati_pati78).

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El corto -que aborda la Masacre de Curuguaty- fue exhibido los días 1, 7,8 y 10 de setiembre, en el marco de la Bienal. En su etapa de desarrollo esta pieza participó del Berlinale DocStation en Alemania y contó con la contribución del IDFA/Bertha Fund de Holanda. Un hecho en el recuerdo de quien lo vivió. El relato de una mujer, durante el mate de la madrugada, es captado en el material con las palabras y sus vibraciones más íntimas. La Nación Digital conversó con Marcelo Martinessi sobre el proceso.

- ¿Cuál fue la respuesta del público a la temática?

-El público de un festival como este, está compuesto por gente que maneja información, es un público formado. Me imagino que la mayoría tenía alguna información de lo acontecido en Paraguay en el 2012. Aún así, traer a Venecia la voz de una mujer campesina, con sus matices de fortaleza y de dolor, siento que causó un impacto enorme, que conmovió. Por un lado, porque se trata de un testimonio muy, muy impresionante y por el otro, porque creo que con las herramientas que tiene el cine, pudimos darle una forma honesta a ese relato.

-"Todavía estaba oscuro . Decidimos evitar la cámara y utilice solamente el equipo de sonido para grabar su voz y sus silencios". Así dice la introducción ¿Por qué la decisión de darle ese tratamiento a la entrevista que es eje del corto?

-Cuando hicimos la entrevista no usamos cámara. Porque estábamos buscando llegar a lo esencial de esa experiencia humana. Entonces la madrugada, el mate y el fuego nos daban una intimidad muy única. En realidad que nada de lo que pasó en este proceso de trabajo fue planificado. Cada vez me resulta más difícil trabajar con un guión cerrado o con un storyboard. Quizás porque en estos años me fui dando cuenta de lo placentero que es 'perder el control', dejar - por ejemplo - que los sonidos te vayan llevando hacia un lugar desconocido, hacia una narrativa que difícilmente podrías haber imaginado de antemano.

-¿Cómo fue el camino de 'La Voz Perdida'?

-El proceso de las imágenes de 'La Voz Perdida' viene de unos años antes de la masacre, cuando habíamos filmado un corto al que no le encontrábamos forma. Y finalmente fue esa experiencia humana de Curuguaty, en la voz de una mujer, la que le dio sentido. Me atrae el cine que se permite esa incertidumbre, que aterra y fascina a la vez.

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