Berlín, Alemania | AFP | por Mathilde RICHTER.

La llegada diaria de miles de migrantes a Alemania es aplaudida por las empresas, que piden integrarlos rápidamente a un mercado laboral falto de mano de obra, pero la política no va tan deprisa.

"Si llegamos a integrarlos rápidamente al mercado de trabajo, ayudaremos a los refugiados, y nos ayudaremos a nosotros mismos", afirmó hace unos días el presidente de la poderosa federación de industrias alemanas BDI, Ulrich Grillo.

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Alemania es el principal destino de miles de sirios, afganos y eritreos que llegan a Europa así como de kosovares y albaneses que dejan su país. La primera economía europea espera 800.000 nuevas llegadas este año.

No todos podrán quedarse, en especial, la mayoría de ciudadanos de los Balcanes que por no proceder de un país en guerra o no estar perseguidos políticamente deberán volver a casa.

Pero los demandantes de asilo son considerados cada vez más como un preciado recurso por las empresas necesitadas de mano de obra, en un país que envejece.

Con un desempleo bajo (6,4%), Alemania necesita 140.000 ingenieros, programadores y técnicos, según la federación de empresarios BDA. El artesanado, la sanidad y la hostelería también buscan ávidamente personal. Y unos 40.000 puestos de aprendiz podrían quedar vacantes este año.

El Instituto Prognos prevé una penuria laboral de 1,8 millones de personas en 2020 y de 3,9 millones en 2040 si nada cambia entre tanto.

Bien cualificados

Por ello, el flujo de refugiados podría brindar el giro necesario, especialmente porque muchos de ellos son jóvenes y están "bien cualificados", según Grillo.

En el plano local, cada vez más empresas abren la puerta a los extranjeros como en la región de Augsburgo, en Baviera (sur), donde un "consejero intercultural de orientación" de la Cámara de artesanado ha logrado colocar a 63 jóvenes refugiados en puestos de aprendiz.

Para extender estas iniciativas, el presidente de la BDA, Ingo Kramer, reclamó esta semana "esfuerzos a todos los niveles".

Es sobre todo el "gobierno el que debe actuar", flexibilizando antes que nada la normativa de acceso al empleo, explica a la AFP Alexander Wilhelm, a cargo de las cuestiones del mercado laboral de la BDA.

Las empresas quieren además la garantía de que un asalariado no deberá abandonar el país de la noche a la mañana.

Otro escollo que solventar es que la contratación de un refugiado o de un demandante de asilo no puede hacerse sin una prueba de que el puesto no conviene a un candidato alemán, un "examen de preeminencia" que la Agencia de Empleo querría ver desaparecer cuanto antes.

Aprender alemán

Los círculos económicos piden además agilizar los procedimientos para validar diplomas extranjeros y sobre todo más dinero para que los refugiados aprendan alemán.

"A la hora de entrar en el mercado laboral o como aprendiz, los candidatos carecen en general de un conocimiento indispensable de alemán", señala el secretario general de la Federación de Artesanos, Holger Schwannecke.

De lado del gobierno, se suceden las declaraciones de buenas intenciones: "La gente que viene aquí como refugiados deben convertirse rápidamente en vecinos y en colegas", abogó esta semana la ministra de Empleo y de Asuntos Sociales, Andrea Nahles.

Su ministerio flexibilizó en julio las condiciones de acceso a los migrantes a las prácticas en empresas.

Pero las resistencias se hacen oír dentro del campo de la canciller Angela Merkel. Su partido conservador rechaza la gran ley sobre inmigración que reclaman los socialdemócratas, sus socios de coalición, que entre otras cosas, serviría para simplificar el acceso al mercado laboral.

La derecha teme que el empleo se convierta en una puerta de entrada paralela, evitando los estrictos procedimientos de asilo.

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