Si Saudi Aramco es un Estado paralelo dentro de Arabia Saudita, entonces el departamento que lleva el soso nombre de Planificación y Programación del Suministro de Petróleo (OSPAS, por sus siglas en inglés) es su Estado profundo. Para entrar, se debe atravesar un cerco de seguridad en la sede estilo suburbano de Aramco en Dhahran, al este del reino.

La transición es asombrosa. De pronto, el inglés es la lengua común entre los "aramcons" sauditas, como se conoce a sus trabajadores. Las trabajadoras, con los rostros descubiertos, dirigen reuniones con sus colegas hombres. La animada charla es algo común para los ingenieros en todos lados. Llaman a las pausas para ir al baño ejercicio para "liberar la presión".

Ya en su núcleo, OSPAS se encuentra aún más alejada del reino en el exterior. Los escasos ejecutivos con libertad para entrar le llaman el "centro neurálgico" de la compañía petrolera más grande del mundo. Con 100.000 sensores y puntos de información en pozos, conductos, plantas y terminales, la compañía transporta cada gota de petróleo y cada pie cúbico de gas natural que sale del reino –el 10% del suministro mundial de petróleo– y lo monitorea en sus gigantescas pantallas conforme se dirige a puertos y centrales eléctricas, rastreando los camiones cisterna a medida que cargan el combustible. Los gerentes de pozos que se ubican en el desierto esperan a diario instrucciones de la OSPAS para actuar.

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"No se trata solo de gráficas lindas", comentó un ejecutivo en un murmullo mientras admiraba la red de información de 70 metros proyectada en el muro.

Puesto que Aramco realiza todas sus operaciones de exploración y extracción de petróleo y gas en un país, asegura que puede justificar la inversión de grandes cantidades de dinero –y una descomunal capacidad computacional– en dicha tecnología, pues ayuda a reducir costos.

"Exxon Mobil opera en 40 y tantos países. Simplemente no puede hacer eso", agregó el ejecutivo, antes de disculparse por temor a que pareciera que estaba criticando a un cliente y socio, uno de los antiguos accionistas fundadores estadounidenses de Aramco.

Estas comparaciones serán más pertinentes a medida que Aramco se abra a una oferta pública inicial. Hasta hace poco, estaba tan alejada del escrutinio del exterior como el mismo reino, lo cual la dotaba de un aire místico en lugar de una buena reputación. En septiembre invitó a The Economist a una visita. Levantó su velo solo un poco, sin embargo, sus finanzas siguen fuera del alcance de todos, a excepción del gobierno, su único accionista. Ejecutivos muy amables eludieron casi todos los intentos de encontrar formas útiles de comparar a la compañía con sus pares que cotizan en bolsa ya que, argumentaron, no tienen pares.

A pesar de su hermetismo, Aramco tiene una buena historia que contar. Aun cuando sus rivales han optado por economizar debido a los precios bajos, Aramco se ha apegado a sus proyectos a largo plazo, invirtiendo grandes cantidades de dinero en tecnología, capacitación y en el futuro del petróleo.

Su estrategia a largo plazo podría ayudar a resolver el misterio. Durante décadas, las reservas de petróleo que ha declarado Arabia Saudita han sorprendido a la industria: desde 1989, han mantenido un sospechoso nivel constante de aproximadamente 260 mil millones de barriles, diez veces más que los del rival más cercano de Aramco. Como si quisiera alardear, Aramco declaró que el reino tiene 400 mil millones de barriles adicionales de recursos que un día podrían convertirse en reservas.

Estas reservas se están auditando antes de las ofertas públicas iniciales (OPI) y los ejecutivos se mostraron renuentes a hablar del proceso. No obstante, señalaron que, mientras que otras compañías tienen que ir muy lejos para encontrar nuevas reservas, Aramco puede mantenerlas constantes mediante una mejor administración de sus campos existentes. El director ejecutivo Amin Nasser indicó que las tasas de recuperación de la compañía –el petróleo recuperado de lo disponible en el campo– son de aproximadamente el 50 por ciento y se elevan hasta el 70, en comparación con el porcentaje global de alrededor del 33 por ciento. Esto se logra gracias a que mantiene la presión de sus pozos a largo plazo mediante la reinyección de gas y otros medios. Elevar las tasas de recuperación a un promedio de 70 por ciento añadiría 80 mil millones de barriles a las reservas, de acuerdo con un ejecutivo. Eso implica un aumento de cuatro veces el total más reciente de Exxon Mobil.

Nasser comentó que, a diferencia de las grandes compañías que cotizan en bolsa, las cuales descartaron estrategias de crecimiento cuando el precio del crudo se desplomó entre el 2014 y el 2016, Aramco ha logrado mantener su inversión gracias a sus bajos costos. Ahora la prioridad es aumentar la producción de gas natural, aunque también ha aumentado la producción de petróleo en algunas zonas. Lo anterior es evidente en el gigantesco campo Shaybah, en el abrasador desierto de Rub al-Jali en Arabia Saudita, donde el año pasado Aramco aumentó su producción de crudo de 250.000 barriles diarios a un millón, además de inaugurar sus instalaciones para procesar líquidos de gas natural y colocar unos 643 kilómetros de tuberías a lo largo de una cadena montañosa de dunas de arena roja.

Aramco también se dispuso a repoblar el desierto circundante con órices, gacelas y avestruces, que están al borde de la extinción por la caza desmedida. Ahora están reproduciéndose aunque, por desgracia, los primeros huevos de avestruz fecundados se cocieron con el calor.

Su segundo objetivo es la tecnología. Mientras que algunos de sus pares admiten haber desaprovechado la oportunidad de invertir en macrodatos durante el auge del petróleo antes del 2014, Aramco no tiene de qué arrepentirse. El año pasado inauguró una tecnología de producción propia llamada "Terapowers", que usa un billón de celdas computacionales similares a un pixel para emular el flujo de hidrocarburos a través de 500 millones de años de era geológica, lo que le permite crear modelos de campos petroleros con un detalle microscópico.

También tiene la posibilidad de dirigir la perforación de los pozos horizontales en Shaybah de manera remota desde Dhahran con una barrena a través de kilómetros de roca hasta llegar a unos cuantos metros de su objetivo. Hace poco, la Royal Dutch Shell alardeó de haber utilizado tecnología de perforación remota similar en Argentina.

Para capacitar a sus empleados en la comprensión de la subsuperficie, Aramco tiene una "cueva" de realidad virtual en tercera dimensión en Dhahran, que muestra la filigrana de pozos a kilómetro y medio por debajo de la superficie de Shaybah, como si se tratara de un submarino.

En tercer lugar, puesto que Aramco es el empleador más atractivo de Arabia Saudita, tiene menos dificultad que sus pares occidentales para contratar personal milenial, los nacidos entre 1980 y 1996, que en otros lugares se alejan de la industria del gas y el petróleo. Durante el desplome ha seguido invirtiendo en becas internacionales y planea elevar la proporción de mujeres dentro de su fuerza de trabajo de un 25 a un 40 por ciento. Son mujeres la jefa de ingenieros y la jefa de recursos humanos. No obstante, la ley saudita del trabajo sigue vigente: las aramcons mujeres no pueden permanecer durante la noche en un campo petrolero.

Los aramcons se sienten orgullosos de una cultura occidentalizada heredada por sus antepasados estadounidenses antes de su nacionalización en 1980. Esto les da la confianza de que tienen la capacidad de cotizar en bolsa.

"Por la forma en la que se constituyó Aramco, puedo afirmar que estaba lista para una oferta pública inicial desde el principio", agregó Nasser.

El cambio medular, continuó, consistirá en la emisión de resultados trimestrales.

Sin embargo, lo anterior minimiza los retos a futuro. Por una parte, Aramco no es dueña de su destino. El futuro de la OPI, así como la decisión de dónde cotizar en bolsa y cuándo hacerlo, se encuentra en manos de su accionista gubernamental, representado por el príncipe heredero Muhammad bin Salman. La tensión política nacional y las fricciones externas con Catar podrían aplazar la OPI hasta el 2019, enturbiando aún más las aguas.

La tasación potencial también es polémica. M.B.S., como se conoce al príncipe heredero, ha dicho que cree que Aramco vale dos billones, aunque muchos analistas creen que es un cálculo demasiado ambicioso. Para mejorar sus probabilidades, el reino se ha inclinado por cotizar en la Bolsa de Nueva York y no en Londres, puesto que Estados Unidos tiene mayores reservas de capital. Sin embargo, esto expondría a Aramco a riesgos jurídicos que preferiría evitar. Con el fin de atraer inversionistas chinos, el reino también ha considerado emitir acciones en Hong Kong.

Sin importar la fuerza que pueda tener Aramco en el rubro de exploración y extracción, sus departamentos de refinería y petroquímica, de margen menor, reducirán su valor. Aramco tiene planes interesantes para mitigar este efecto y espera construir en los próximos años una planta con nueva tecnología que convierta el crudo en petroquímicos de manera directa, es decir refinerías "leap frogging" o de transición rápida, pero el proceso sigue sin ponerse a prueba.

En resumen, la OPI sería más beneficiosa para el reino que para Aramco. Podría tener retrocesos y exponer a la compañía a inversionistas con expectativas a corto plazo o a activistas hostiles ante los combustibles fósiles. Pero los aramcons parecen decididos a sacar el mayor provecho posible. Los ejecutivos arguyen que el futuro del petróleo es brillante, aun con el surgimiento de los autos eléctricos y los combustibles ecológicos.

Los bajos costos significan que no hay peligro de que el petróleo saudita se convierta en una "industria en declive", dijo Mohammed al-Qahtani, jefe del departamento de exploración y extracción, quien añadió que la cotización en bolsa convertiría a Aramco en "la envidia de todos".

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