La utilización desme­dida y sin control de la tecnología en los infantes puede propiciar difi­cultades de salud, desórdenes en el sueño, irritabilidad, bajo provecho académico, aisla­miento y depresión, y esto se da a conocer en los tiempos que permanecen conecta­dos, la conducta que toman con sus pares y mayores, o el desinterés de cara a otras acti­vidades y labores cotidianas.

Así lo explicó la neuropsicó­loga Carla María Kusiner, per­teneciente a la Universidad de Palermo, Argentina, al hacer alusión, por ejemplo, a los jue­gos interactivos para infan­tes, de los cuales dice: "Con­ciben una elevada expectativa de cara a la recompensa, por lo que si no se consiguen las metas o los niveles deseados incitan irritabilidad y descon­tento". Por su parte, la psicó­loga y especialista Ana María Reyes sustenta que una exa­gerada exhibición a la red puede causar en los peque­ños graves consecuencias en su comportamiento.

"Los infantes que utilizan la tecnología asiduamente y sin control se desvían del cum­plimiento de sus deberes, y ello concibe ansiedad y estado depresivo, debido a que no se encuentran cumpliendo con las exigencias del colegio y tampoco se están afrontando al problema, sino distrayén­dolo con un uso descomunal de lo tecnológico".

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Según el psicólogo y experto clínico Julián Hernández, docente del Politécnico Gran­colombiano, "resulta una rea­lidad que los niños que invier­ten más del 40% de su tiempo en la tecnología suelen poseer problemas emocionales, como la imposibilidad de recono­cer sus propios sentimientos, baja habilidad de interacción social y mostrar períodos de depresión o ansiedad".

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