Los Ángeles, Estados Unidos. AFP.

Fajos de billetes en cajas fuertes vigiladas continuamente, enormes sacos de dinero entregados al fisco en vehículos blindados, consultorios repletos de sensores y cámaras, montajes financieros… la industria estadounidense de la marihuana aún depende mucho del efectivo. La situación obliga a todo tipo de movimientos rocambolescos, que recuerdan series como "Breaking Bad".

Autorizado para uso médico en 29 estados y recreativo en ocho, el cannabis sigue estando prohibido por el gobierno federal.

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Los bancos que abren cuentas a empresarios del sector pueden ser acusados de lavado de dinero, por lo cual la mayoría opta por no tocar nada que se relacione con la famosa hierba. Solo unas 300 instituciones de más de 12.000 en EEUU aceptan –discretamente y haciendo pagar caro por sus servicios– algunos clientes del sector, fundamentalmente bancos cooperativos y regionales.

"Es un problema serio debido al gobierno federal", que considera la marihuana una droga dura, "nos vemos obligados a operar casi 100% en efectivo", explica Steve DeAngelo, fundador de la clínica Harborside Health Center, en Oakland (California, oeste). Peor que para las empresas que atienden al público, "nosotros, los cultivadores, funcionamos completamente en efectivo", dice Justin Calvino, que tiene sus cultivos en el condado de Mendocino, al norte de San Francisco, conocido como el "triángulo esmeralda" debido a las numerosas plantaciones de cannabis. Cada vez más pymes logran encontrar un banco o una forma de tesorería electrónica, pero arriesgándose permanentemente al cierre de cuentas o a embargos.

La administración Obama, frente a la perspectiva de ingresos fiscales enormes, había establecido un marco legal que permite a los bancos trabajar con los industriales del cannabis donde es lega. Su sucesor republicano, Donald Trump, podría cambiar el rumbo y comenzar a perseguir a los empresarios del sector. En vista de la imposibilidad de prever lo que va a ocurrir, muchos empresarios mantienen un buen colchón de efectivo por si acaso, subraya Katz, a costa de mucho estrés: "El dinero no está seguro y es difícil de proteger".

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