Los 34 países de la Organización de Estados Americanos (OEA) debatían ayer en Washington, EEUU, sobre la crisis que atraviesa Venezuela, que Caracas califica de injerencia por parte de una facción minoritaria y del secretario general, Luis Almagro.

Un grupo de 14 países inyectó presión la semana pasada cuando urgió en una declaración conjunta a Venezuela a liberar los "presos políticos" y a fijar un calendario de elecciones, algo que el gobierno venezolano consideró un "acoso" contra el presidente Nicolás Maduro.

Almagro, quien equipara el Ejecutivo venezolano con una "dictadura", recomendó hace dos semanas en un informe suspender del organismo continental al país conforme a la Carta Democrática Interamericana, en caso de que no convoque en breve comicios generales "libres".

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Pero los gobiernos que firmaron la declaración, entre ellos México, Argentina, Brasil, EEUU y Canadá, se alejan de cualquier sugerencia que involucre la suspensión de un país miembro.

"La OEA tiene un papel que jugar y los Estados miembros estamos tomando las medidas necesarias para ser coadyuvantes de un proceso", dijo el representante mexicano, Luis Alfonso. EEUU aclaró que la "meta para la sesión especial no era la suspensión inmediata".

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