Roger L. Martin

La opinión general en las empresas es que el talento de primer nivel es altamente sensible a –y motivado por– la remuneración, y que las grandes recompensas monetarias son clave para dirigirlo. Hay un poco de verdad en esto, pero solo un poco. En mi carrera de 36 años no he conocido a una sola persona que verdaderamente esté en la parte alta de la distribución de talento y que se encuentre muy motivada por la remuneración. A ninguna.

Seguro, he conocido a muchas personas exitosas que están muy motivadas por la remuneración, pero ninguna de ellas con la clase de talento de alto nivel que engrandece a su organización durante un periodo sostenido.

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He dirigido a algunos de los mejores y más brillantes talentos profesorales y de la industria de consultoría estratégica a nivel mundial. A través de esta experiencia, desarrollé tres reglas para dirigir al talento de alto nivel.

-Trátelos como individuos, no como miembros de una clase: Al talento de alto nivel no le gusta ser tratado como integrantes de una clase, incluso si es una clase exaltada. Cada miembro del talento de alto nivel pasa su vida luchando por ser único. Es discordante con ellos, a un nivel muy profundo, si usted los trata de cualquier otro modo. Además, por el contrario, les agrada cada vez que son tratados como un individuo singular y valioso.

-Brinde oportunidades continuamente: El mayor enemigo para el talento de alto nivel es el bloqueo de oportunidades, especialmente durante su ascenso. Si están motivados para convertirse en los mejores talentos, quieren asumir grandes desafíos, y entre más pronto, mejor. Si se les bloquea y se les hace esperar a que las oportunidades estén disponibles, simplemente se irán a otro lugar.

Esto, por supuesto, es algo que hay que manejar con mucho cuidado. Podrían culparlo si usted les permite abarcar demasiado y ellos fracasan. Sin embargo, manejar a los mejores talentos requiere tender agresivamente hacia darles tantas oportunidades como usted razonablemente pueda. La forma de ganar su lealtad es ser el proveedor de oportunidades que les permitan seguir creciendo y aprendiendo. -Deles palmadas en la espalda: Ya que los mejores talentos están altamente impulsados e intrínsecamente motivados, sus gerentes pueden percibirlos incorrectamente como si fueran indiferentes a los reconocimientos. Es justo lo contrario. Las personas talentosas pasan todo su tiempo haciendo cosas realmente difíciles. Para hacer lo que hacen tienen que coquetear regularmente con –y experimentar– el fracaso. Por esa razón, necesitan constantes palmadas en la espalda. Sin embargo, esto debe hacerse de una forma consistente con las primeras dos reglas: tienen que ser individualizadas y enlazadas a la oportunidad que se ha tomado y completado exitosamente.

Dependiendo de a qué grado se base en los talentos de alto nivel para producir un destacado desempeño organizacional, debe tratar a sus mejores personas como individuos, encontrar formas de darles oportunidades incluso cuando la burocracia se interponga en su camino y cubrirlos de halagos cuando tienen éxito.

(Roger L. Martin es profesor y fue decano de la Rotman School of Management en la University of Toronto. Es coautor de "Playing to Win").

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