• Por Micaela Cattaneo
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La puntualidad fue clave. Solo dos minutos pasaron de las 21:30 del sábado para que uno de los máximos referentes del rock argentino apareciera –junto a sus músicos– sobre el escenario del Teatro José Asunción Flores del Banco Central del Paraguay. "Yo he sido el incomprendido, ni tu ni nadie me ha querido como yo soy", fue lo primero que recitó Calamaro, dando inicio a una versión del cantante de salsa Héctor Lavoe y, a continuación, exclamó: "¡Sopa paraguaya!", y la euforia del público asunceno no tardó en aparecer.

"Tengo un amigo que vino a Paraguay por seis meses y fue capaz de encontrar una novia. Yo, estuve tres días y me llevo solo un iPad", contó con humor; mientras con una armónica en mano se preparaba para interpretar La libertad, Algo Contigo, 7 segundos de Los Rodríguez –grupo al que recordó como "bendito, porque fue un pedazo de vida, pero a la vez maldito porque muchos de ellos ya se encuentran en la gran sala de ensayo del cielo"–, El día que me quieras de Gardel, Nueva Zamba para mi tierra y Ansia en plaza Francia.

La gira "Licencia para cantar" 2017 arrancó en mayo, partiendo desde San Francisco (USA), pasando por New York, Los Ángeles, Miami, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay y, finalmente, Paraguay, donde tuvo su cierre. El concierto es una presentación acústica de su nuevo disco Romaphonic Sessions, un álbum grabado en colaboración con el pianista Germán Wiedemer, ex arreglador de Memphis La Blusera.

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A los treinta minutos del show, el cantante argentino adelantó que el concierto estaba divido en tres partes y, que el segundo tercio de este estado musical íntimo, seguiría con un tango de Enrique Cadícamo y Aníbal Troilo: Garúa.

A medida que concurría el show, el público aclamaba los éxitos que llevan su sello desde siempre. Mientras hacía una breve introducción del repertorio final, pronunció un "¡Qué silencio!" y, el auditorio atento empezó a corear: "Olé, olé, olé, olé, Andrés…Andrés". "Las canciones que siguen sé que son las preferidas de muchos y las invito a que canten conmigo", expresó y dio voz a clásicos como Tuyo siempre, Para no olvidar, Estadio Azteca y Flaca.

Cuando "el entre no me olvides" de Flaca parecía ser el último sencillo sobre las tablas, volvió a pedido de los presentes e interpretó Crímenes perfectos, Media Verónica, Mi enfermedad y Paloma. Y al son de Nerva, El Salmón y sus músicos se deslizaron por los costados del escenario, despidiéndose de un auditorio que se mantuvo fiel hasta el cierre del telón.

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