Aunque el juez Gustavo Amarilla haya otorgado la libertad al procesado Stiben Patrón, por considerar que no hay peligro de fuga, no sabemos en base a qué certeza, ya que los compañeros del procesado por el sonado caso de la vandálica destrucción del Congreso, ni bien tuvieron oportunidad se mandaron mudar a Uruguay, acompañados nada más y nada menos que de la misma cohorte política liberal que hoy defiende a ultranza al vándalo filmado infraganti, en vivo y en directo, destrozando con entusiasmo salvaje las instalaciones del Congreso. Es cierto que la acusación principal hasta el momento es por la fabricación de bombas molotov, pero no es menos cierto que toda aquella noche tenebrosa e incendiaria que atentó contra uno de los poderes del Estado, destruyendo equipos, infraestructura y documentación, tuvo otros escenarios y otros actos delictivos de violencia.

Los documentos visuales grabados esa noche, lo muestran a Patrón, más que como un político manifestándose, como un barrabrava desquiciado destruyendo todo lo que encuentra en su camino.

No sé por qué los acusadores eligieron para la acusación la escena en la sede del PLRA, con la preparación de presuntas bombas molotov… ¡cosas de la justicia…!

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Sea cual sea el hilo conductor del proceso, no parece muy lógica ni documentalmente seria, la presunción de que no hay peligro de fuga del procesado, ya que sus colegas en la noche fúnebre, en cuanto tuvieron oportunidad, lo primero que hicieron fue rajarse al Uruguay a pedir refugio, es decir, le hicieron pito catalán a la justicia, patrocinados por los dirigentes del Partido Liberal Radical, los mismos que hoy defienden a Patrón.

Si tomamos los antecedentes del caso, resulta difícil esperar que Alegre, Buzarquis y los demás dirigentes liberales, incluyendo a uno de los abogados defensores de este caso, sean garantía de que este acusado, en caso de que las papas quemen, vaya a respetar su compromiso, gozando de absoluta libertad.

El juez Amarilla impuso además a Patrón una fianza de G. 70 millones, que fue asumida por los abogados defensores, Liliana Boccia y Guillermo Ferreiro.

Vale la pena aquí hacer una referencia a este capítulo de la ciencia ficción judicial-procesal paraguaya: todavía está al alcance de la mano, sin ir más lejos, el expediente del caso de Arrom y Martí, cuyo modesto abogado firmó por una suma millonaria que nadie le demandó, y que nadie cuerdo podría reclamarle. Los dos refugiados históricos de casos políticos se fueron del país y nadie reclamó la deuda que dejaron… como en tantos otros casos, en todos los fueros.

Por último, para cerrar el capítulo de la ciencia ficción judicial nacional, que, sin duda, se destaca entre las más imaginativas del planeta, tiene el procesado prohibición de salir del país, cambiar de domicilio sin autorización judicial y, por último, debe firmar en el juzgado el libro de comparecencia del 1 al 5 de cada mes. En caso de incumplimiento en una de estas, se revocarán de inmediato todas las medidas a favor de Patrón y se decretará la prisión en un centro penitenciario. No hace falta recordarlo, pero en aras del tradicional olvido nacional, vale la pena recordar a los mini y maxi delincuentes sin protección de un partido político, al menos abiertamente, que deambulan por el país y los alrededores con absoluta libertad, hasta que son detenidos tranquilamente cometiendo otro acto criminal, y así hasta competir en cantidad de aguai con el mismísimo Billy The Kid.

En fin, dadas las circunstancias, más que el peligro de fuga, habría que temer el peligro de que ande en libertad con posibilidad de que protagonice otro ataque terrorista a otra institución del Estado que, dada la generosidad de la justicia, difícilmente sea el palacio de Astrea, al menos el despacho del juez Amarilla.

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