Se autodenomina socialista pero sus prácticas son más fanáticas que políticas. Hablamos de la senadora Esperanza Martínez cuya solución final para el tema de las 10 mil fuentes de trabajo en fábrica y en fincas del sector tabacalero, al que persigue, es muy sencilla: "vamos a reconvertirlos".

Se trata del polémico proyecto, abusivo y ruin, de seguir cargando sobre la industria tabacalera (que hoy en día es el segundo contribuyente al fisco) con una carga impositiva y procedimientos cuya única explicación posible es el odio político, la revancha politiquera y el resentimiento. Nadie duda que si las empresas relacionadas al presidente Cartes fabricaran chocolate, los mismos senadores estarían a esta altura del tiempo en un afanoso lobby con espectacular despliegue mediático tratando de cargar la más salvaje persecución impositiva posible contra el cacao y sus derivados.

En primer lugar, vale reflexionar sobre las consecuencias que tiene cuando el legislador no piensa en otra cosa que en la venganza política y hace de este modus operandi su protagonismo cotidiano en el Congreso.

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La ceguera que cubre la razón de Esperanza Martínez y otros legisladores le impide ver dos cuestiones; la primera de orden financiero: estas tabacaleras ocupan el lugar de la vanguardia en aporte al fisco (aportan más que ninguna otra organización del sector privado) con lo cual se tiene que gran parte de los planes sociales, salud, entre ellos, se encuentran financiados con estos recursos.

El segundo razonamiento ausente es aun más grave y evidencia un enorme despropósito con la razón ideológica que dicen detentar. Consultada sobre la suerte de miles de empleados de estas industrias, la senadora del Frente Guasu expresó suelta de cuerpo que a ella no le importaban las industrias tabacaleras y que ya debería encontrarse una reconversión laboral para estos empleados. Por lo tanto, que 4 mil empleados queden en la calle, que sus hijos dejen de tener techo, salud, educación y futuro no son problemas para la legisladora, quien agita el argumento de la "reconversión" pero no tiene la más pálida idea sobre cómo se procede, cuál es o cómo sería ese plan.

Peor aun –quien se jacta de pertenecer a un sector político popular– jamás requirió el mínimo de información sobre los empleados de las industrias y los productores rurales que se encuentran en esta cadena de producción. Si averiguara en qué condiciones trabajan los operarios de industrias como Tabacalera del Este, tendría suficiente dimensión para avergonzarse del plan de ahogo a tales industrias en el que está metida, porque representaría que muchas familias obreras, que consiguieron empleo, sueldos y beneficios dignos, correrán el riesgo de terminar en el desempleo, probablemente pidiendo explicaciones a Esperanza Martínez sobre qué sucederá con su porvenir.

A menos de un mes de las internas de la ANR y en el año electoral general, este procedimiento de la oposición tiene el horrible tufo de la persecución política, carece de toda seriedad y forma parte de un paquete de acoso que probablemente se encuentra bien "respaldado" por sectores que esperan un colapso empresarial sin medir las consecuencias, duras e irrecuperables, para miles de honestos trabajadores industriales y agrícolas.

Es la hora en que estos trabajadores pidan explicaciones a Esperanza Martínez y otros, principalmente sobre cuál es el plan de "reconversión" que tienen para ellos y cómo lograran sostener su dignidad, su condición laboral y el futuro de sus hijos que hoy tienen.

Se encontraban, seguramente, que detrás de esta iniciativa no hay otra cosa más que simple y rastrero odio y resentimiento político.

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