La cifra probablemente termine siendo astronómica, millones de dólares, cuyos beneficios se teme acaben en el bolsillo de conexio­nes claves. Nos referimos a la denomi­nada "ruta del terror" cuyo contratista, la Gobernación de Ñeembucú, encabezada por el prepotente dirigente liberal Carlos Silva y una empresa que estaría vinculada al diputado Dionisio Amarilla del PLRA, genera tristeza, angustia y temor en los pobladores del Ñeembucú cada vez que deben atravesarla.

La "obra" de la administración Silva que es conocida en tal departamento como "la ruta del terror" no es un emprendimiento vial, sino una asociación sinvergüenza para el más singular mamarracho con nombre de obra vial que se recuerde, fruto de su pésima ejecución, del grosero abaratamiento con el uso de materiales de descarte y el incumpli­miento de procedimientos básicos previstos en el pliego de construcciones.

Se trata del tramo entre Isla Umbú, Des­mochados, Villalbín, Laureles y Cerrito, que según la investigación que hoy publica nuestro diario está hecho con tanta dis­plicencia que es una bofetada para los pobladores de tales pueblos. Piedras pun­tiagudas que resaltan tras las lluvias en el camino en mal estado que obliga la bús­queda de desvíos alternativos a los camio­neros, "hay que bajarse de su vehículo para molerlas con martillos a fin de continuar con más confort", aseguran.

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La brillante idea de estas "autoridades" con la gavilla de constructores a cargo del emprendimiento ya habría provocado 4 fallecidos en distintos accidentes, pero por algún motivo la Contraloría General de la República nunca se ocupó de producir una investigación en profundidad de este des­propósito llamado camino.

La brillante idea de estas "autoridades" con la gavilla de constructores a cargo del emprendimiento ya habría provocado 4 fallecidos en distintos accidentes, pero por algún motivo la Contraloría General de la República nunca se ocupó de producir una investigación en profundidad de este despropósito llamado camino.

Lo peor, reseñan los vecinos, es que deben encontrar caminos alternativos para reemplazar las nuevas rutas cons­truidas por la gobernación. "Ya no que­remos que construyan más caminos por­que nos cuesta más tiempo encontrar por dónde evitarlos", dijo en guaraní una pobladora de Villalbín, mientras su esposo trataba de evitar la trampa de piedras.

Según los expertos, con fines de abaratar y sobrefacturar los costos, se utilizan pie­dras de desecho que terminan siendo una trampa mortal, principalmente después de las lluvias, no solo porque dañan las cubiertas sino porque, en sí, constituyen un obstáculo para el tránsito.

Hace pocas semanas, un conocido diri­gente liberal de Ñeembucú y catedrá­tico universitario, el Prof. Éver Villalba, denunció a través de las redes socia­les como un hecho lamentable esta supuesta asociación entre Carlos Silva y la empresa de construcción que tendría vínculos directos con su correligionario Dionisio Amarilla.

De acuerdo con la pista que nuestros medios investigan se estaría detrás de un meganegocio con el recurso de los ciuda­danos del Paraguay porque solo a la men­cionada empresa, BFG Construcciones, habrían adjudicado, o están en proceso de adjudicar, rutas, construcción de sistemas de agua potable, construcción de merca­dos, por un total que superaría los 122 mil millones de guaraníes, por lo tanto esta­mos hablando del sospechoso destino de unos 22 millones de dólares.

Pero esto no se agotaría en el tema de la ruta. Todo indica que la administración de Carlos Silva se habría convertido en una cueva de desmanes en diversas eje­cuciones, las que requieren de la urgente fiscalización de la Contraloría General de la República, empezando por la ruta del terror.

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