En el reciente Congreso Internacio­nal de Patrimonio Intangible, orga­nizado por el Centro Internacional de la Conservación del Patrimo­nio, realizado entre el 2 al 4 de octubre, en el Centro de Altos Estudios universitarios de la OEI Argentina, Paraguay fue protagonista, reconociéndose y distinguiéndose la activi­dad del padre Bartomeu Melià y de la Funda­ción Augusto Roa Bastos, por sus trabajos en pro de la defensa de esos bienes "inmateria­les" de nuestra cultura que hay que proteger y promover, teniendo, por tanto, el guaraní y la experiencia cultural particular nacional gran protagonismo.

Se hizo una especial refe­rencia a esa lengua común, en mayor o menor medida, a los países de la región y a la relevan­cia de que el idioma se "oficialice" dentro del marco institucional del Mercosur como un patrimonio común, tanto en lengua como en cultura. El tema está presente en los orígenes del pro­yecto de integración, pero ha estado princi­palmente ausente en la práctica, más allá de los muchos esfuerzos particulares y algunos con patrocinio oficial, de la estrategia gene­ral del Mercosur. Si en general evaluamos que el proyecto de integración, incluso en lo económico, ha venido rengueando y con más diferencias y conflictos que negociaciones y logros, en el plano cultural la ausencia es más notoria y lamentable.

Un hecho marca, sin embargo, el inicio de un cambio, de un giro importante en el timón, en busca de un nuevo rumbo; casi en simultáneo se estaba firmando un acuerdo entre Argen­tina y Paraguay "de intercambio de conteni­dos de las culturas de los dos países".

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Más allá de la coincidencia, que responde, sin duda, a una preocupación general entre orga­nismos nacionales e internacionales, está el hecho resaltante de que los gobiernos tracen proyectos que los comprometen en la pro­moción de los valores culturales y que estén pensando y accionando en perspectiva de paí­ses asociados, con una visión regional, por encima de las diferencias, más "nacionalistas" que nacionales, en busca de una integración real que, aunque estemos aún en la etapa de un "mercado" común, no puede cimentarse, a parte de los intereses materiales, sin la valori­zación de esos bienes inmateriales, que tienen que ver esencialmente con la vida de la gente, con las lenguas, con las culturas.

También fue coincidente que uno de los valo­res destacados en el acuerdo es la difusión del guaraní a través de las televisiones públicas de ambos países, con lo que se llegará a la enorme población paraguaya que habita en Argentina, pero también a la importante comunidad gua­raníhablante argentina.

Este es un hecho concreto de integración, de los que hacen falta, más allá de las declaraciones y los papeles firmados.

Vale la pena resaltar que la coincidencia no es casual, que el avance impulsado por los organismos internacionales en pro de la pro­tección, revalorización y la expansión de los valores de la cultura inmaterial de la región va teniendo eco.

Durante el Congreso, el padre Melià hizo una valorización de que ese patrimonio cultu­ral regional, que tiene probablemente su más fuerte presencia material en las reduccio­nes que se extienden por toda la región, fue obra de los nativos, aunque la visión occiden­tal haga hincapié en el aporte europeo, que tampoco es relegable. Es hora de que vayamos valorando este aporte nativo.

Este es un hecho concreto de integración, de los que hacen falta, más allá de las declaracio­nes y los papeles firmados.

Y es más que un hecho concreto, es un avance para recuperar el tiempo perdido. Y, aun­que parezca un pequeño paso, es un paso de gigante hacia la valorización de los bienes cul­turales y hacia la integración real: la de las sociedades hermanadas por la historia y la cultura comunes.

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