La historia de "las investigaciones" de Abc Color siempre estuvo rela­cionada con los intereses perso­nales de Aldo Zuccolillo, pode­roso empresario inmobiliario, financiero, comercial y de la construcción. Estas líneas de acción empresarial "curiosamente" siempre marcaron la tarea de sus periodis­tas de confianza.Por los negocios inmobiliarios que maneja no era raro que asumiera una posición de singular oposición al intento del actual gobierno de desarrollar un nuevo modelo de gestión de las tierras públicas, asen­tando a la mayor cantidad de campesinos posibles en el marco de la recuperación de tierras fiscales.

Ante cada cuestión, Abc encuentra un tema para el apriete con el objetivo final de deteriorar la gestión del alto funcionario que está gerenciando determinados cambios. Así fue como nació la salvaje oposición a la tarea del actual presidente del Indert.

Su oposición a la construcción del Super­viaducto, con tapas y más tapas descu­briendo fallas y llevando a la categoría de catástrofe nacional cualquier inadvertida fisura era porque sus intereses inmobilia­rios en la zona donde se encuentra empla­zado el Superviaducto corrían el riesgo de deteriorarse en materia de cotización.

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Su generosa consideración con el inten­dente de Encarnación que incluyeron afectuosos encuentros en lugares cén­tricos de la Perla del Sur no tenían otra intención que la apropiación con ventajas de tierras del dominio municipal. Obvia­mente cualquier cuestionamiento a la administración municipal de Encarna­ción tuvo por destino el cesto de basura de inmediato. Todo esto por citar solo sus trapisondas de los últimos meses.

Lo que sucedió con el arribo al poder de Horacio Cartes es que las reglas cambiaron. Con muchos presidentes en toda esta transición un solo editorial de Abc Color o una serie de notas era motivo suficiente para que se revisen contratos o se paralicen licitaciones o se reorienten.

Zuccolillo utilizó siempre sus medios para "apretar" y obtener beneficios. Su princi­pal arte está en obtenerlos desde la crítica (o el apriete) y no desde la alabanza por lo cual sus medios nunca serán conside­rados oficialistas.

Su modus operandi es sencillamente elevar hasta niveles insos­tenibles sus críticas cuando se trata de un tema de su interés empresarial y soltarlo luego que obtiene sus beneficios, la dimi­sión de una autoridad o su irreparable deterioro.

Lo que sucedió con el arribo al poder de Horacio Cartes es que las reglas cambia­ron. Con muchos presidentes en toda esta transición un solo editorial de Abc Color o una serie de notas era motivo suficiente para que se revisen contratos o se parali­cen licitaciones o se reorienten.

Cartes dijo que no y se plantó ante Abc Color y no dio el brazo a torcer cuando existían críticas que escondían evidentes intereses creados.

Hoy en día lo que sucede es que una etapa en la vida del diario Abc Color, mar­cada por el chantajismo periodístico, está entrando en crisis. Ojalá esta etapa desaparezca y el diario retome el rol que podría cumplir con mucha solvencia aten­diendo el alto capital profesional que tiene en la persona de muchos periodistas honestos y probos que forman parte de su plantilla.

Mientras tanto, un dato queda claro para los ciudadanos de este país, el des­tape del tema de las cajetillas de Tabaca­lera del Este coloca al Zar de las Cajeti­llas, Aldo Zuccolillo, como lo que es: un rastrero mequetrefe enfermo por sacar dinero de cualquier parte con los méto­dos que fueran, no importa si ello pisotea una línea editorial que sostiene por años. Es la doble moral que está de fiesta en Abc Color.

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