El Gobierno Nacional anunció a través del ministro del Trabajo, Guillermo Sosa, la suba del salario mínimo en 3,9% a partir del 1 de julio, con lo que el monto ascenderá a 2.041.123 guaraníes. De este modo se cumplen las disposiciones de la modificación del Código Laboral definidas a fines del año pasado para actualizar el sueldo base de los trabajadores de acuerdo con el índice del costo de vida en junio de cada año.
Como era de esperar, apenas se realizó el anuncio surgieron de inmediato las voces disconformes de un sector de empresarios que suele brillar por su escasa sensibilidad humana y su falta de consideración hacia la fuerza de trabajo, que está compuesta no por simples máquinas sino por seres humanos, con derechos, necesidades y esperanzas.
Salieron a decir que la disposición castiga a las empresas formales, que aumentarán los costos de las patronales y golpeará sus finanzas, que tendrá efectos inflacionarios. Es la misma gente que en diciembre pasado cuando se estudiaba la modificación del Código del Trabajo para establecer el reajuste automático se opuso sin mayores argumentos razonables. En aquella ocasión, cuestionando la postura del Ejecutivo, dijeron que la modificación de la ley iba a generar una alta inflación.
Sus razonamientos fueron entonces falaces y sus previsiones no se cumplieron porque no responden a la realidad, así como se equivocan ahora cuando ponen en tela de juicio el nuevo aumento con la misma falsa argumentación.
La prueba de que erraron sus cálculos al sostener que la aplicación del reajuste automático del salario haría saltar la inflación se tiene en los hechos que hoy conocemos. En diciembre se elevó el sueldo base en 7,7% y la inflación que le siguió de enero a mayo de este año fue solo del 2,2%, y en los últimos doce meses (de mayo del 2016 a mayo de este año), del 3,4%, por lo que es una de las más bajas del continente.
Así como se equivocaron también cuando anunciaron una hiperinflación por el supuesto “tarifazo” de la Ande, puesto que luego de la nueva tarifa eléctrica, en abril el costo de vida varió apenas 0,5%, especialmente debido al alza de la carne, según el Banco Central.
Los que más saben de precios de productos de consumo, que son los supermercados, sostienen que este reajuste no tendrá influencia en la remarcación del valor de las mercaderías.
Al conocerse la medida salarial fue consultado sobre el tema el presidente de la Cámara de Supermercados (Capasu) quien dijo que el incremento es tan bajo, que no incidirá en la variación de los precios y que sí existen otros elementos que suelen repercutir en los valores de venta de los productos.
Hay una sabia disposición constitucional que no se puede desconocer. El artículo 92 de nuestra Carta Magna consigna que el trabajador tiene derecho a disfrutar de una remuneración que le asegure, a él y a su familia, una existencia libre y digna. En la línea indicada por la Constitución Nacional están las dos últimas subidas del salario, la de diciembre del 2016 y la de ahora, mediante las cuales el sueldo del trabajador tiene un 11,9% de aumento acumulado, lo que implica 217.067 guaraníes más en sus asignaciones mensuales.
Para entender qué política subyace en la decisión del nuevo ajuste del salario cabe recordar lo que dijo el ministro Guillermo Sosa, el lunes, cuando anunció la medida del Ejecutivo. Manifestó que con el aumento del salario lo que pretende el Gobierno es proteger al segmento más débil entre los asalariados, que son los que reciben el mínimo.
Justamente para amparar a los más frágiles en esa cadena el Gobierno ha tomado en su momento la determinación de establecer el reajuste automático y en esta ocasión el alza del sueldo, que no hace otra cosa que tratar de devolver a los empleados la pérdida del valor adquisitivo de sus remuneraciones.
Es también una expresión más de la sensibilidad social como política del Estado que se puede observar en otros ámbitos de la actividad gubernamental, como la preocupación por el aumento de la inversión comunitaria y el interés por los más vulnerables de nuestra sociedad. Y sobre todo una firme apuesta por dignificar a los trabajadores que al fin de cuentas son el recurso más importante que tiene el país y la economía.

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