Medios de nuestro país se han hecho eco de la información de que en la Argentina ya se habla de los aprestos para la ampliación de la usina hidroeléctrica de Yacyretá prevista en el acta de entendimiento firmada hace tres semanas atrás por los presidentes de nuestro país, Horacio Cartes, y de la Argentina, Mauricio Macri. El documento no se ha aprobado aún aquí en el Congreso y está siendo ásperamente cuestionado por un sector de la oposición.

Pero al margen de las discusiones, el tema se presta para puntualizar la importancia fundamental que tiene el mencionado acuerdo y el propósito que prevé de aumentar la capacidad de generación de la hidroeléctrica.

Por la excesiva politización de algunos temas, muchas veces se pierden de vista las verdaderas aristas de la realidad, pues la pasión de la discusión impide ver con los ojos lo que muestran los simples hechos. Eso ha ocurrido en algunos sectores de la opinión pública en torno al acuerdo binacional, que analizado con objetividad es claramente ventajoso a los intereses de nuestro país si se considera la situación existente desde hace varias décadas.

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Convengamos que entre las principales bondades del acta de entendimiento está la positiva normalización financiera de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). Después de 30 años de desidia de los gobiernos y del fenomenal desquicio financiero de la institución, finalmente se estableció el monto de los aportes realizados por la Argentina y que estos aportes no generan ni generarán intereses. También se precisaron las deudas y acreencias entre la Ande y Yacyretá y entre EBISA y Yacyretá, así como las compensaciones de cuentas entre ellos.

Por fin se acordó que la deuda de la EBY con la Argentina, deducidos los débitos por compras de energía, es de algo más de 3.800 millones de dólares y no de más de 17.000 millones de dólares, como se estimaba, con lo que la reducción del pasivo es de más del 70%. Se fijaron los cálculos de la compensación por territorio afectado y se acordó su distribución de acuerdo a las áreas inundadas, por lo que corresponde el 80% al Paraguay y el 20% a la Argentina.

Se establecieron otros puntos de gran relevancia, como el plazo de devolución de los aportes a la Argentina, el sistema de pago de las compensaciones y las acreencias a ambos Estados, la tarifa de la energía que puede generar un flujo financiero para mayor generación eléctrica, entre otros.

Uno de los asuntos que merece especial atención es la decisión de maquinizar el brazo Aña Cuá y de dotarle de 3 turbinas más al cuerpo principal de la hidroeléctrica, para lo que se deberá invertir más de 1.600 millones de dólares.

Esta determinación permitirá potenciar la usina para generar una mayor cantidad de energía. Como ya lo dijera el director argentino, con esto se le quita el cepo al crecimiento de Yacyretá.

Con la maquinización del brazo Aña Cuá, no solo se dejará de perder más de 80 millones de dólares por año por el agua derramada en el vertedero sin ningún uso, sino que se incrementará la generación en un 10%. Con la suma de las tres turbinas más a la presa principal, se aumentará la potencia en un 15% y la generación efectiva en un 6%.

Además de la mayor cantidad de energía que producirá en el mediano y largo plazos, es decir mayor facturación, la realización de las obras permitirá dar trabajo a alrededor de 3.000 obreros y técnicos, con todo lo que ello implica en materia de efecto multiplicador. La adición de 3 turbinas y la maquinización del brazo Aña Cuá derramarán en forma inmediata en ambas orillas del Paraná más de 1.600 millones de dólares. Esto se traducirá en pago a la mano de obra, adquisición de piezas e insumos para las turbinas y salas de máquina en que intervendrán empresas paraguayas con experiencia en el tema. Levantar las obras de infraestructura requerirá materiales que proveerán firmas de ambas naciones y permitirá el concurso de consorcios de construcción de uno y otro país.

Como puede apreciarse, la inversión prevista en Yacyretá tendrá beneficios de incalculables proporciones para el país, que están lejos de cualquier discusión. Y la normalización de las cuentas de la binacional, que establece el acuerdo, puede garantizar que se crezca mirando el futuro.

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