Después de que el presidente Horacio Cartes anunciara la posibilidad, que ya se venía barajando en círculos políticos y mediáticos, de presentarse en las próximas elecciones a senador, el ex presidente, senador electo en las últimas elecciones y senador vitalicio, sin asumir, Nicanor Duarte anunció que existe la posibilidad de que pese a que fuera electo por el voto popular, el principal determinante de elección de quienes deben ocupar los cargos para gobernar al país, ejecutiva y legislativamente, de que sus futuros pares en el Senado no le permitan asumirlo.

Habla la voz de la experiencia; Duarte, tras su frustrado intento de pugnar por la reelección, se presentó a senador y fue electo como tal. Antes de que se produjera el desenlace electoral que lo consagraba como tal, ya empezó a circular la presunta colisión constitucional de que pudiera asumirlo, ya que la Constitución establece que los presidentes de la República, al terminar su mandato, ocupan el de senador vitalicio, un cargo que podríamos calificar de florero, ya que no tiene ninguna función, otorgándole como única atribución el tener voz, un derecho que, petición mediante, pueden tener todos los ciudadanos juntando la cifra establecida, con poder incluso para proponer cambios y enmiendas. Es decir, un cargo honorario, pero intrascendente.

Demás está decir que ninguno de los presidentes que en esta democracia han sido ha ejercido el cargo que en realidad no es un cargo, sino un reconocimiento figurativo.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Duarte declinó convertirse en florero y fue electo senador por su partido, pero ahí saltó de nuevo la interpretación constitucional basada en el "Espíritu de la Constitución", que ya ha convertido a gran parte de nuestros políticos, legisladores, politólogos, analistas y opinadores en "espiritista"; convocan a los manes de la Constitución y la interpretan a gusto y paladar y decretan la inconstitucionalidad.

En el caso del senador Duarte, la polémica fue, como corresponde a donde debe enjuiciarse y determinarse la constitucionalidad o no, cuando no hay un acuerdo en el debate público: a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Y allí fue y allí se determinó que Duarte estaba plenamente habilitado constitucionalmente para asumir como senador.

Días antes del fallo, en los debates públicos, hubo coincidencia en respetar el fallo constitucional; incluso de parte de los más férreos críticos y de los legisladores opositores que hacían campaña contra la asunción de Duarte.

Pese a la determinación constitucional, quienes defendían que era inconstitucional y que se someterían al veredicto de la Corte, no lo acataron y contra todos los pronósticos, convirtiéndose en dueños de la interpretación constitucional no lo dejaron jurar, de hecho, es decir de facto, en un "golpe de Estado" al atribuirse el poder que le corresponde al Poder Judicial y no al Legislativo ni a ningún otro que se pudiera inventar.

Vale la pena recuperar la memoria histórica, en este país de la desmemoria, ya que muchos de los que violaron la Constitución, utilizando como papel higiénico el veredicto de la Corte, hasta hace pocos días denunciaban cínicamente su escándalo por una presunta violación constitucional decretada por "vox populi", es decir, por radio so'o.

Dejanos tu comentario