Brasil es uno de los países emergentes más pujantes, y su importancia en la economía global es cada vez más gravitante. No en balde, no solo por su extensión territorial y su peso diplomático se ha constituido en las últimas décadas justificadamente como el gigante económico de la región.

Según el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, es la mayor economía latinoamericana y la segunda del continente, detrás de EEUU, y la sexta economía más grande del mundo según su PIB nominal. Es el primer exportador de carne vacuna del mundo, delante de colosos como EEUU o Argentina, y el cuarto de carne porcina.

Por la cantidad de mercados y la calidad de sus productos, las exportaciones cárnicas del vecino país se encuentran entre las preferidas. Sin embargo, un hecho que se pudo detectar en las últimas semanas está provocando cambios y un alboroto en los mercados de este producto.

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La Policía Federal encabezó un operativo en el que tenía como blanco 20 establecimientos frigoríficos del Brasil, en donde halló evidencia de adulteración de productos cárnicos, tanto para la exportación como para el consumo interno. La investigación determinó además que había carne en mal estado en uno de los frigoríficos allanados, y se sospecha que éste pagó sobornos para evitar controles fitosanitarios.

El escándalo evidentemente tuvo un efecto dominó. En los últimos días, Corea del Sur, la Unión Europea, China y Chile bloquearon la importación de carnes proveniente de Brasil, que incluyen vacuna, aves, cerdo y embutidos. Éstos son los mercados que recepcionan casi el 30% de las exportaciones cárnicas brasileñas.

Pese a este escenario regional amenazador e inquietante, la situación compete única y exclusivamente al Brasil. Por tanto, el contexto para el Paraguay es absolutamente benigno.

El escándalo de la carne en Brasil antes que representar una amenaza para el sector en Paraguay supone una oportunidad única de ampliar los mercados, algunos de los cuales ya reciben nuestro producto. Como es el ejemplo del país transandino que ya es cliente del Paraguay, pero que podría ampliar sus cupos como consecuencia de la bulla en el gigante sudamericano. Tampoco es impensable volver a recuperar el cupo de los países europeos.

Este rubro goza de toda la confianza internacional, ya que desde el sector público, a través del cumplimiento de estrictas normas fitosanitarias, los frigoríficos locales han sabido conquistar las plazas de decenas de países.

Según datos del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), en el año 2016 hubo una diversificación muy importante y atractiva de la carne elaborada en nuestro país que llegó hasta 57 diferentes destinos, y se pretende para los próximos años alcanzar unas 70 naciones que puedan disfrutar de este producto de primerísima calidad.

El sector cárnico paraguayo es robusto, y la misma se ha fortalecido en los últimos años luego de aquel incidente de fiebre aftosa registrado a inicios del 2012. Pasaron apenas cinco años desde aquel caso y hoy el status paraguayo es inmejorable, basado principalmente en una férrea política impulsada desde el Estado y con un enorme y decisivo respaldo del sector privado, que ha puesto no solamente inversión, recursos y planificación, sino la encomiable voluntad del trabajo conjunto.

Un último punto que puede ser distintivo, y que refuerza esta alianza entre el sector público y privado, es que las 11 compañías frigoríficas que exportan desde el Paraguay son auditadas, controladas y habilitadas por Senacsa, luego de un proceso de calidad riguroso. Por algo, en la actualidad 57 mercados de distintos países reciben nuestra carne.

Por eso, a pesar del escenario inquietante y poco halagüeño proveniente desde el gran país vecino, el Paraguay tiene una oportunidad única de consolidar su posición como uno de los mayores exportadores de carne de calidad.

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