El 18 de junio del 2011, un grupo de constituyentes, con "Motivo de la celebración del Bicentenario y este feliz aniversario N° 19 de la sanción y promulgación de la Constitución Nacional de 1992", publicó una solicitada titulada "Declaración"; más que como motivo, habría que precisar, como disculpa, ya que el contenido del folletín no hacía alusión alguna al Bicentenario y sí comenzaba una declaración pomposa con "Resuelven: seguir honrando la ley suprema de la República del Paraguay".

Sería desde luego inconcebible, a escasos años de la promulgación, que hubieran publicado una solicitada para anunciar que la iban a deshonrar.

El meollo, sin embargo, estaba en otro punto. El 2º punto: Ratificar la declaración asumida en conjunto ante un intento de reforma constitucional en setiembre del 2006, y lanzaban un alegato contra una posible "reelección", contra la intención con la que coqueteó por un tiempo el ex presidente Nicanor Duarte Frutos.

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Notoriamente, la vía de la enmienda se aplicó en ese mismo año para hacer una reforma constitucional, con relación a un tema más peliagudo, el que cambiaba la composición del voto, el artículo 120 "de los electores", que fue enmendado, es decir, cambiado vía enmienda, con mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso, pese a que se trataba de un cambio en el "modo de elección", que sí está explícitamente prohibido por la vía de la enmienda.

La primera conclusión es sencilla, a los declarantes les preocupaba el tema reelección, que no está explícitamente vetado por la vía enmienda, y no la Constitución, ya que el apoyo a la enmienda fue total y, desde luego, tras un debate mediático que fue menos ruidoso y más civilizado que el que tenemos hoy en día.

Algunos de los firmantes siguen en contra de la vía enmienda constitucional para la reelección, otros están por el contrario a favor; algunos incluso hicieron campaña por una posible reelección de Fernando Lugo y otros hoy están a favor de la enmienda.

El mismo debate se sucedió cuando unos años después se eligió a Lugo como presidente, cuando estaba claramente inhabilitado para aspirar al cargo.

  • A decir verdad, hay dos amores o conjuras, el de los políticos cínicos que mienten descaradamente; y el de los necios que, sin la información necesaria, se vuelven agentes políticos de los cínicos.
  • Más que echarle la culpa al enamoramiento del infortunio del Paraguay, que es lo que quería decir Roa Bastos, es la política paraguaya, el cinismo político el que, más que se enamoró, se instaló en el Paraguay.

La periodista Mina Feliciángeli lo puso en el tapete ante las cámaras frente al mismo Lugo y a algunos de los que lo auparon a la presidencia siendo que estaba inhabilitado por el artículo 235, que prohíbe, entre otros, "a los ministros de cualquier religión o culto" ser candidatos a la presidencia.

De hecho, gran parte de la "oposición", liberal, de izquierda e independiente, apoyó la violación constitucional promoviendo a Lugo a la presidencia, en medio de un gran escándalo, en aras de evitar la presunta inconstitucionalidad de Duarte Frutos, cuando estaban apoyando la constatable violación constitucional de Lugo.

Una buena partida de los mismos que se rasgan las vestiduras –o se las rascan, como dijo un político eminente–, fueron los que propusieron y apoyaron masivamente, con mayoría absoluta en ambas cámaras, la enmienda inconstitucional del artículo 120, pese a que el debate público dejó constancia de la inconstitucionalidad. Ni los medios se escandalizaron tanto como hoy, cuando no hay expresa prohibición constitucional.

Es decir, estamos ante un debate ya histórico en el que prima el cinismo; entre aquellos desmanes del 2011 y los de hoy, hay, sin embargo, una gran diferencia. El cinismo se ha acentuado; los mismos que defendieron públicamente y firmaron y votaron hoy lo hacen en contra de lo que firmaron y votaron entonces.

Parece que es el cinismo el que se enamoró del Paraguay; aunque a decir verdad, hay dos amores o conjuras, el de los políticos cínicos que mienten descaradamente; y el de los necios que, sin la información necesaria, se vuelven agentes políticos de los cínicos.

Más que echarle la culpa al enamoramiento del infortunio del Paraguay, que es lo que quería decir Roa Bastos, es la política paraguaya, el cinismo político el que, más que se enamoró, se instaló en el Paraguay.

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