Por Christian Pérez

No está muerto quien pelea. Es la frase a la que se aferra Paraguay, que combinó frescura futbolística, fantasía de los más nuevos y como no podía faltar, el corazón de los de la vieja guardia, que ayudaron a recuperar la identidad que nunca debimos perder. Eso sí, sufrimos como siempre y más de un jugador terminó destrozado físicamente, aguantando un 2-1 que ilumina en algo el duro camino de la esperanza, ese sendero que no se quiere y no se debe perder.

Antes de comenzar, la Albirroja ya tropezó con un problema que no estaba en los planes: Patiño se bajó por lesión y "Chiqui" se jugó por Verón en la zaga y Valdez por derecha.

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Paraguay se paró con un claro 4-1-4-1. La vuelta de "Topo" Cáceres le dio orden, seguridad y mucha presencia física al equipo. Con su oficio, relevó siempre la salida de los laterales o cuando los zagueros rompían líneas.

Ofensivamente, lo mejor de la Albirroja estuvo a cargo de los livianitos, pero el sector izquierdo fue el más dañino, con Almirón y Cecilio, apoyados constantemente por Júnior Alonso.

Ecuador se plantó mejor al inicio, pero Paraguay puso calma con el tempranero gol de Bruno Valdez. Como era lógico, tras la ventaja, el rival comenzó a ser agresivo, pero ahí se notó la gran virtud defensiva guaraní; Bruno Valdez borró a quien se plantó por su sector y Júnior Alonso, con apoyo de Domínguez le ganó casi siempre a Antonio Valencia y toda su potencia física. Da Silva y Verón se encargaron de Caicedo.

Por antecedentes, la complementaria era para sufrir. Tras un inicio parecido al primer tiempo, cerca del cuarto de hora, Júnior Alonso se vistió de "9" y enterró a Dreer tras un rebote provocado por un gran remate de Cecilio.

Caicedo, de penal puso suspenso y se tuvo que sufrir como siempre, con jugadores destrozados físicamente.

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