ANDREW ROSS SORKIN

El mes pasado, el presidente Trump se paró debajo de un retrato de Andrew Jackson en el Despacho Oval y anunció que Broadcom, la empresa de semiconductores con sede en Singapur, trasladaría sus oficinas generales de regreso a Estados Unidos.

"Quiero agradecerles mucho por habernos escogido", señaló Trump, para jactarse de que Broadcom ya tenía 7.500 trabajadores en Estados Unidos y para destacar que algunos de esos trabajadores, de una planta en Pensilvania, estaban parados detrás de él. "Esperamos ver aumentar esa cantidad de manera muy sustancial, lo cual se calcula en estos momentos que sucederá".

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Trump agregó que estaba emocionado de ver que las ganancias de 20.000 millones de dólares de Broadcom "regresen a nuestras ciudades, pueblos y trabajadores estadounidenses".

Enseguida, el director ejecutivo de Broadcom, Hock Tan, subió al podio y declaró: "Gracias a usted, señor presidente, las condiciones para hacer negocios han mejorado de forma constante". Tan alabó el ajuste impositivo que propuso el presidente al mencionar que iba a ser una política que "nivelaría el campo de juego global" y que pondría a Estados Unidos en una situación más ventajosa.

Fue una trama impresionante. El presidente fue capaz de obtener un gran encabezado por traer de vuelta una empresa extranjera a Estados Unidos y Broadcom pudo captar la lealtad de un aliado importante, todo esto con el Despacho Oval como telón de fondo.

No obstante, solo fue una puesta en escena.

Veinticuatro horas después –para aquellos que prestan atención–, emergió la verdadera motivación de Broadcom: la empresa estaba planeando hacer una oferta de 100.000 millones de dólares por su rival en la fabricación de chips, Qualcomm, la que sería la adquisición agresiva de una empresa tecnológica más grande de la historia.

La razón para que Broadcom de repente regresara a Estados Unidos era evidente: debido a la aversión que siente el presidente Trump por las empresas extranjeras, no había forma de que Broadcom recibiera la aprobación regulatoria para realizar la adquisición de una de las joyas de la corona de Silicon Valley si tenía su sede fuera del país. Después de todo, los chips de Qualcomm están prácticamente en todos los dispositivos más importantes de Estados Unidos, empezando por el iPhone.

Así que Broadcom tocó el punto débil de Trump: regresar empresas al país. Sin embargo, el resultado podría no ser el que está imaginando el mandatario: si Broadcom adquiere Qualcomm, varios trabajadores perderán sus empleos, lo cual provocaría lo opuesto de lo que el presidente dijo que sucedería.

Algunos de los trabajadores que estaban detrás de Trump en el Despacho Oval perfectamente podrían terminar en el degolladero.

Si cabe alguna duda de que las ambiciones de Broadcom cuestan empleos, basta observar su propio comunicado de prensa, el cual señala que "la combinación de nuestras dos empresas y las sinergias asociadas harán que las ganancias de Broadcom crezcan de forma gradual".

¿Alguien se percató de la palabra "sinergias"? Esa palabra, un anacronismo de los días de las fusiones de la década de 1990, está de vuelta, pero nadie ha olvidado que es un eufemismo que significa despidos para ahorrar costos. Los analistas han estimado que lo más probable es que los ahorros de la sinergia en el caso de Broadcom asciendan a 1.500 millones de dólares.

Qualcomm tiene cerca de 33.000 empleados a nivel mundial, de los cuales casi 10.000 se encuentran en San Diego. Broadcom tiene alrededor de 16.000 empleados en todo el mundo, y la mitad de ellos se encuentran en Estados Unidos.

Cuando Broadcom se fusionó con Avago en el 2014, la empresa señaló que esperaba 750 millones de dólares en "sinergias". En aquel entonces, Broadcom tenía 10.650 empleados y Avago, 8.200, lo que daba un total de 18.850 trabajadores. Sin embargo, para el 2016, después de que se integraron las dos empresas (y tomando en cuenta una venta de activos que incluyó a 430 empleados), el número total de personas era de 15.700. En otras palabras, 2.700 empleados perdieron sus trabajos.

Según estos cálculos, si se considera que Broadcom afirmó que podría lograr el doble de esos ahorros en el acuerdo con Qualcomm, cerca de 5.400 personas podrían perder sus empleos: una buena parte del número total del personal que tiene Broadcom en Estados Unidos.

Broadcom ha creado un modelo de negocio para adquirir otras empresas y su tecnología, y para despedir empleados. Algunos analistas describen a la empresa como una "acumuladora": una empresa que sigue acumulando más empresas.

Qualcomm ha sido una de las grandes innovadoras en el ramo de la tecnología, pues ha ayudado a establecer muchos de los estándares de telefonía móvil como LTE y el próximo 5G. Tiene uno de los presupuestos más grandes para investigación y desarrollo en el mundo: gastó 5.000 millones de dólares el año pasado solamente. En la década pasada, invirtió cerca de 40.000 millones de dólares.

Tan, de Broadcom, se ha jactado de que planea gastar 3.000 millones de dólares "en investigación e ingeniería". Tan ha obtenido calificaciones altas por dirigir de forma eficaz la cartera de activos de Broadcom, pero nunca ha destacado por promover innovaciones que cambien la industria.

Y aunque parezca sensacional la declaración de que Broadcom regresará sus 20.000 millones de ingresos a Estados Unidos, no está tan claro que esto vaya a suceder de inmediato… o en algún momento. Cerca de la mitad de las ganancias de la empresa provienen de sus socios chinos. Es imposible pensar que la empresa dejará de invertir allá, pues es donde se está generando la mayor parte del crecimiento en el mundo.

Hasta el momento, Qualcomm ha rechazado las propuestas de Broadcom y ha señalado que las ofertas son iniciativas oportunistas para comprar la empresa a bajo costo. Las acciones de Qualcomm han estado bajo presión porque se involucró en una demanda de patentes con Apple, empresa que argumenta que Qualcomm está intentando hacerla pagar más por usar sus chips en los teléfonos que fabrica y que ha amenazado con usar los chips de Intel en su lugar. Broadcom, a su vez, ha dado a entender que, si logra adquirir Qualcomm, llegará a un acuerdo con Apple.

La transacción, la cual de por sí es complicada, se volvió todavía más embrollada el lunes, cuando Elliot Management, un fondo activista de cobertura, argumentó que un acuerdo planeado para que Qualcomm compre NXP –el cual sigue en pie a pesar de la oferta de Broadcom– resta valor a NXP y crea cuestionamientos nuevos respecto del futuro de esa transacción. Si Qualcomm aumenta su oferta por NXP, podría volverse menos atractiva para Broadcom.

Aun si Broadcom no terminara por fusionarse con Qualcomm, es inimaginable que la primera no intente adquirir otras empresas estadounidenses, lo cual finalmente daría más sentido a su decisión de volver a su antiguo domicilio.

Podemos imaginar la tormenta matutina de tuits que Trump nos estaría haciendo leer a diario para denunciar la agresiva oferta si Broadcom no tuviera la intención de repatriarse en Estados Unidos.

Sin embargo, por ahora, no ha dicho nada.

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