• Por Andrew Ross Sorkin

"Me ordenaron que me bajara de la losa donde dormía. Tenía puesta una camiseta y unos pantalones de chándal. Me empujaron al suelo por la cabeza y los hombros. Uno de ellos me puso un cuchillo en la manzana de Adán. Intenté salir de mi cuerpo, fingir que no vivía en él. Quería morir. Desde aquel entonces, ha habido ocasiones en que he lamentado no haber sacudido la cabeza para que me cortaran la garganta".

Esta es la historia extraordinariamente perturbadora de Kaleil Isaza Tuzman, quien fue un empresario "puntocom" y banquero de Goldman Sachs. A principios de octubre, enfrentará un juicio en un juzgado federal de Manhattan acusado de conspiración para cometer fraudes de valores y electrónico, pero ya pasó diez meses desgarradores en una cárcel colombiana, donde sufrió abusos e incluso violación, según afirma.

Originalmente, Tuzman logró obtener cierto nivel de fama durante la burbuja "puntocom" como el fundador de govWorks.com. No obstante, en 2015 se le acusó de fraude de valores mientras fungía como director ejecutivo de Kit Digital, una empresa de servicios y de software de video que cotizaba en la bolsa, la cual se declaró en bancarrota en 2013. Se declaró inocente.

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Tuzman señala que su calvario comenzó en septiembre de 2015. Estaba en un viaje de negocios en Bogotá y planeaba tomar un vuelo a Filadelfia cuando, según relató, media docena de agentes colombianos lo rodearon y le ordenaron que fuera con ellos.

"Se me hundió el corazón hasta el estómago porque pensé que habían secuestrado a un familiar o a un socio de negocios y me iban a llevar a un lugar seguro", me contó en una entrevista. "Después, en una habitación apartada en el aeropuerto, me dijeron que realmente me estaban arrestando. Supliqué para que me dijeran la razón. Lo único que mencionaron fue que era en nombre del Gobierno de Estados Unidos".

Tuzman afirmó que no tenía idea de qué había sido acusado y, a diferencia de muchos arrestos de cuello blanco, el Gobierno de Estados Unidos no hizo el intento de discutir con su abogada la posibilidad de que Tuzman se rindiera de forma voluntaria en Estados Unidos.

Tuzman fue llevado a una celda en La Picota, una cárcel famosa.

"El lugar estaba atestado con más de cien personas, quienes se encontraban pegadas a los muros o a los barrotes y nos pedían comida, agua, aspirinas o lo que fuera a los que estábamos formados", mencionó. "El hedor a heces y vómito era abrumador. Había individuos que en verdad habían defecado en sus pantalones".

Tuzman supuso que lo extraditarían rápidamente a Estados Unidos. No obstante, pronto se encontró atrapado en un "universo paralelo", explicó. "Al principio, pensaba todos los días: 'Mañana me dejarán salir. Tienen que darse cuenta de que esto es una equivocación'".

Sin embargo, pasaron semanas. Sus abogados le pidieron a la Embajada de Estados Unidos que interviniera ante la posibilidad de que pudiera sufrir abusos o ser asesinado. Cuando los abogados de Tuzman recomendaron que fuera entregado en custodia a un funcionario estadounidense y llevado a su país, donde se le podría volver a arrestar, las autoridades de Estados Unidos dijeron que el protocolo legal les ataba las manos.

Recordó que en aquel octubre lo violaron. No pasó una hora antes de que le contara sobre el hecho a su abogada, Amanda Blaurock de Pedley & Blaurock, durante una reunión personal. Enseguida, su defensora se dirigió a la Embajada de Estados Unidos.

Cuando por fin el caso del encarcelamiento de Tuzman llegó hasta un juez federal, Paul G. Gardephe, en el Distrito Sur de Nueva York, el juez Gardephe afirmó que estaba "impactado" por la poca disposición que mostraron las autoridades para intervenir.

"Hay evidencia confiable de que este hombre está padeciendo un abuso significativo, al punto de que hay motivos para estar preocupados por su vida", señaló el juez. También desafió al Gobierno a que "me diga a la cara que no pueden hacer nada respecto de las condiciones en las que se encuentra este hombre y que, si debe quedarse allá durante nueve meses, tampoco pueden hacer nada".

El juez Paul G. Gardephe arremetió contra los fiscales que recomendaron que, como una alternativa a regresar a Tuzman al país, podían ayudar a trasladarlo a otra cárcel conocida como Cómbita.

"Después de haber sentenciado a varios acusados colombianos en este juzgado, y después de haber escuchado una y otra vez sobre las condiciones en las que estuvieron en Cómbita mientras esperaban su extradición, me parece indignante que la solución sea transferirlo a Cómbita. Me tiene impactado", comentó.

Sin embargo, en una audiencia posterior, el juez Gardephe señaló: "En relación con el grado en que Tuzman ha sido maltratado en Colombia, no hay argumentos que indiquen que el Gobierno estadounidense haya diseñado, arreglado o inducido este maltrato. De hecho, la evidencia que se ha presentado en este juzgado indica todo lo contrario".

En julio de 2016, Tuzman fue extraditado a Estados Unidos. No están del todo claras las razones por las cuales los fiscales no actuaron con mayor rapidez después de su arresto, ni por qué lo detuvieron en Bogotá en vez de esperar a que llegara a su país. Los fiscales argumentaron que había riesgo de que huyera: tal vez podría escapar a Emiratos Árabes Unidos, donde tenía familia y amigos.

El juicio que enfrentará en Nueva York no es poca cosa. Un jurado decidirá su caso. No obstante, señaló que necesitaba expresar lo que ya le había pasado.

"Estados Unidos utiliza de forma eficaz el sistema de extradición y las cárceles extranjeras, como las de Colombia, a manera de 'centros clandestinos de detención', incluso para mantener a ciudadanos estadounidenses", mencionó. "Simplemente no puedo entender por qué Estados Unidos dejaría que uno de sus ciudadanos pudiera ser objeto de esto y quiero ayudar para que esto nunca vuelva a suceder".

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