El 20 de septiembre, dos de las principales acereras del mundo señalaron que habían acordado combinar sus operaciones europeas con el objetivo de crear un gigante regional, el cual esperan que esté mejor equipado para enfrentar problemas crónicos como el exceso de la capacidad en la industria.

El acuerdo entre ThyssenKrupp de Alemania y Tata Steel, una unidad del conglomerado indio, aún enfrenta grandes obstáculos, desde la oposición sindical hasta la aprobación de los reguladores. Sin embargo, si las dos compañías se fusionaran en una solo empresa de participación conjunta al 50-50, se crearía la segunda acerera más grande de Europa.

El acero es uno de los negocios llamados de la vieja escuela, y las empresas más importantes de Occidente han enfrentado problemas en años recientes para adaptarse a los cambios en la industria. Han sido reacios a cerrar plantas, a pesar del débil crecimiento de la demanda y del veloz ascenso de las acereras chinas, las cuales en la actualidad representan la mitad de la producción global y han tendido a exportar excedentes en vez de reducir la producción.

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No obstante, los productos que fabrican las acereras europeas siguen siendo importantes para una gran variedad de actividades económicas, desde la construcción hasta la energía, así como en la fabricación de automóviles, y en los últimos tiempos la fortuna de los fabricantes de acero ha mejorado un poco.

El 20 de septiembre, Heinrich Hiesinger, el director ejecutivo de ThyssenKrupp, afirmó en una conferencia de prensa que esperaba que el acuerdo, el cual se aceptó en un memorando de entendimiento, fuera la salida de un "círculo vicioso" de reestructurar operaciones de manera constante para enfrentar la rentabilidad débil.

"Tuvimos que prestar atención al problema de fondo: el exceso de capacidad", mencionó Hiesinger. "Esto solo se puede hacer fusionándose con otras empresas".

Las dos empresas planean combinar operaciones y eliminar 4.000 empleos de un total de 48.000, lo cual tendrá como resultado un ahorro anual planeado de hasta 600 millones de euros, o 720 millones de dólares. Cada empresa tendría la mitad del nuevo negocio, el cual tendría su sede en Amsterdam. Sería la segunda acerera más grande de Europa después de ArcelorMittal, el líder mundial con sede en Luxemburgo.

Este acuerdo se esperaba desde hace tiempo y los analistas mencionaron que era probable que beneficiara a las dos empresas, ya que ahorrarían dinero integrando actividades como logística, ventas e investigación y desarrollo.

"En general, es un buen trato", afirmó Dalton Dwyer, director general de Industry Corporate Finance, una firma con sede en Londres que asesora las fusiones entre acereras.

Dwyer señaló que el acuerdo permitiría que las operaciones alemanas de fabricación de acero de ThyssenKrupp funcionaran con la renombrada planta que tiene Tata en Holanda. No obstante, mencionó que había "signos de interrogación" respecto de las plantas británicas de Tata Steel, las cuales esta empresa ha querido abandonar.

El acuerdo también reduciría la cantidad de competidores en el mercado europeo, lo cual es probable que aumente los precios y expanda los márgenes, según los analistas.

Sin embargo, la gran pregunta es si este concluirá en su forma actual. Lo más probable es que el obstáculo más importante sea la potencial fuerza opositora de los sindicatos alemanes. Los representantes de los trabajadores tienen la mitad de los asientos en la junta de supervisión, y podrían resistir cualquier reducción de empleos o cierre de plantas.

Al anunciar el acuerdo en las vísperas de las elecciones alemanas del domingo, ThyssenKrupp también se arriesga a convertirlo en un asunto político. Ya ha habido críticas de la ministra del Trabajo de Alemania, Andrea M. Nahles.

"Se debe impedir la fusión cueste lo que cueste", señaló Nahles en un comunicado, según Reuters. "Deben mantenerse abiertas las plantas en Alemania y deben descartarse despidos obligatorios por exceso de personal".

Durante años, las dos empresas han intentado encontrar soluciones para sus negocios acereros en aprietos. ThyssenKrupp ya ha cerrado las plantas en Estados Unidos y Brasil que la habían sumergido en pérdidas graves, lo cual llevó a que en el 2011 se escogiera un nuevo equipo de dirección comandado por Hiesinger.

Mientras tanto, Tata Steel había estado buscando una manera de dar un giro o escapar del negocio europeo –incluidas las plantas británicas que enfrentaban problemas– que compró en el 2007 por 6.200 millones de libras, el equivalente a 8.400 millones de dólares de acuerdo con el tipo de cambio actual. Tata ha presionado a sus trabajadores británicos para que acepten los cambios con el objetivo de que el programa de pensiones de la empresa se vuelva más accesible y así conserven sus empleos.

Sin embargo, los analistas afirman que las operaciones británicas aún podrían estar en riesgo cuando las empresas vean de cerca las operaciones de producción, como dijo Hiesinger que harían a principios del 2020, cuando estén más claros los términos de la salida planeada por el Reino Unido de la Unión Europea.

"Hay muchas preguntas en el tintero", dijo Carsten Riek, un analista especializado en la industria acerera del banco de inversiones UBS en Londres. "Todavía queda mucho camino por andar".

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