LANDON THOMAS JR.

Las acciones de empresas tecnológicas tuvieron otra abrasadora corrida durante toda una semana en junio, rematada por la desconcertante decisión de Amazon de adquirir las tiendas Whole Foods por 13.400 millones de dólares.

Y como muchos analistas bursátiles en estos días, los gerentes de cartera de Parnassus Investments, compañía de fondos mutuales que invierte básicamente en empresas estadounidenses grandes, estaban sin saber qué hacer cuando acudieron a la reunión semanal del comité de inversiones de la firma.

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"Estas acciones están llegando a grandes alturas… otra vez", señaló Todd C. Ahlsten, que supervisa el fondo de valores básico de la empresa, por 15.600 millones de dólares. Y advirtió que incluso los fondos bursátiles de poco riesgo estaban lanzándose por las acciones de Facebook, Apple, Google, Netflix y sí, también de Amazon.

La explosión de los fondos bursátiles indizados de bajo costo y las acciones de empresas tecnológicas que se han disparado está generando angustia existencial entre los gerentes de cartera de las empresas de fondos mutuales tradicionales.

Productos de una cultura en la que la fama y la fortuna han bendecido a quienes han tenido la capacidad de seleccionar a las ganadoras del mercado de acciones –los más destacados de los cuales han sido Warren D. Buffett y Peter Lynch de Fidelity– estos inteligentes expertos bursátiles ahora están descubriendo que es más difícil que nunca desempeñar sus funciones básicas: invertir en acciones que superen los índices bursátiles en general.

Esto se debe básicamente a que se ha destinado un torrente de dinero a fondos de rastreo basados en máquinas, que asignan dinero a las acciones de Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Alphabet, la matriz de Google –las llamadas acciones FANG– con base en el tamaño que han adquirido y en el lugar en que están dentro de un índice.

Para los analistas que seleccionan acciones –y que se enorgullecen de su habilidad para ir en una dirección mientras los demás van en la otra, lo que les permite encontrar gemas poco apreciadas–, es inversión en manada es anatema y eso ya se está manifestando en los números.

Según los índices S&P Dow Jones, 88% de los fondos mutuales que invierten en acciones de gran capitalización estuvieron a la zaga de su punto de referencia en el período de cinco años que concluyó el año pasado.

Este período de subdesempeño ha sido más agudo en los últimos doce meses, período en el que las acciones FANG superaron al mercado en gran medida.

Ahlsten y su equipo son inversionistas que se guían por valores, es decir, descartan a las empresas que no cumplen con ciertas normas sociales, y el año pasado generaron una respetable ganancia de 14% en su fondo básico de valores, en el que tienen gran participación en Apple y Google.

Pero las posiciones no son suficientes para mantener el ritmo de ganancias de 18% del índice accionario Standard & Poor's 500, dentro del cual seis de los principales diez componentes ahora son acciones de empresas de tecnología.

Para hacer las cosas aun más estresantes, Amazon, en la que no tienen inversión, acaba de aceptar adquirir Whole Foods. Este negocio hizo que sus acciones se fueran aun más arriba y podría amenazar a numerosas compañías que forman la cartera de Parnassus.

"Esto me está trayendo el recuerdo de LTCM y todas sus correlaciones", señaló Benjamin E. Allen, socio de Ahlsten en el fondo, refiriéndose a la conducta como de borregos de los inversionistas que causó el colapso de Long Term Capital Management en 1998. "Comprar de esos nombres tecnológicos es algo mecánico".

En el curso del año pasado y hasta mayo han salido 263.000 millones de dólares de fondos mutuales gestionados activamente y que invierten en acciones estadounidenses, mientras que se invirtieron 308.000 millones en fondos bursátiles e indizados. Vanguard y BlackRock absorbieron prácticamente todo ese dinero, según Morningstar.

Esta ola de dinero, combinada con el flojo desempeño de sus fondos de valores a la vieja usanza, hizo que Laurence D. Fink, director general de BlackRock, sacudiera las filas de sus analistas bursátiles hace unos meses.

Se reestructuraron los fondos, algunos gerentes fueron despedidos y, al hacerlo, Fink se preguntó si a la luz de los avances tecnológicos y de la difusión de la información, los expertos en acciones realmente podrían crear valor a la hora de evaluar compañías de mucho seguimiento en el índice S&P 500.

Más de cinco billones de dólares siguen invertidos en fondos activos, según el proveedor de datos FactSet. Es todavía muy pronto para determinar si Fink se está refiriendo a una tendencia que con el tiempo llegará a su límite, o si se está llevando a cabo un reordenamiento más fundamental y de largo plazo del proceso de selección de acciones.

Los gerentes de cartera de Parnassus no son los únicos que tienen esos miedos. Últimamente se ha presentado el argumento de que el auge de las máquinas y de la inversión pasiva está distorsionando al mercado en general.

Y esta semana, Bank of America, llamó este fenómeno la "bursatilización" del índice S&P, advirtiendo que los bienes en fondos mutuales pasivos en Estados Unidos se han duplicado con respecto del 2009, representando ahora el 37%.

Por el momento, empero, ya sean los fondos de cobertura que se rehusan a perseguir a Amazon porque esta desdeña mostrar ganancias, o porque valoran a los inversionistas que palidecen ante la idea de comprar acciones de Netflix a una razón precio-ganancia de 360, la frustración está empezando a rebosar.

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