• Por Alex Noguera
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Chakeko. Esa es una palabra guaraní que no tiene una traducción literal al castellano. Según el experto David Galeano Olivera, "más o menos por aproximación significa encima". De hecho, hay expresiones que no tienen una traducción literal. Por ejemplo en castellano no existe "mba'éichapa nde asaje", pues nadie dice "Buenas siestas". Así como en guaraní no existe "permiso" o "por favor" porque los guaraníes no tenían la noción de ambas frases. Ellos nunca pidieron permiso ni dijeron por favor, explica Galeano.

El "encima" de chakeko no se refiere a estar arriba de algo, sino que va hacia el "además". Por ejemplo, es como si alguien lo hubiera perdido todo en la vida y de pronto, para colmo de males, se le cayera un rayo.

Esta introducción es para dar una cierta idea de cómo estaba Plutarco. Nervioso, hasta la coronilla de trabajo, cansado, pero sobre todo frustrado. Él, que siempre se las daba de autosuficiente tuvo que tirar la toalla. Era la canilla de la cocina la que colmó el vaso. No dejaba de gotear. Pese a no entender mucho de fontanería, se las arreglaba siempre, pero esta vez no pudo. Y su malhumor saltaba a la vista como la nube que sigue a la familia Adams.

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Cuando sonó el timbre supo que era el plomero, don "Tranquilino", hombre pausado como su nombre mismo. Plutarco lo hizo entrar y le explicó cuál era la situación. Ya le había cambiado "la gomita" unas 5 veces, pero esas porfiadas gotas seguían cayendo como burlándose. Incluso en los últimos días tuvo que cerrar la llave de paso y cortar el agua de toda la casa.

Tranquilino abrió su maletín de cirujano de plomo. Pinzas, martillos, pico loro, tarrafa, cinta teflón, todo lo necesario. Para "ser amable", Plutarco comenzó una charla (monólogo más bien). El tema del momento era la soja. Estaba furioso con los brasiguayos, sobre todo después de escuchar el audio de un supuesto brasileño que ofendía seriamente la dignidad de los compatriotas.

"Chakeko" estaba enojado, "encima" le llegó un video de tractores que desfilaban sobre una ruta, todos con la bandera paraguaya con la franja azul hacia arriba. Mire don Tranki, esto ya es el colmo de la burla. Vienen, usan y destruyen la tierra, ganan un dineral y se llevan la plata afuera. Son multinacionales…

–Ajá… veo que este puede ser el problema, dijo Tranki, mostrando cuán gastada y herrumbrada estaba la estructura de la canilla por dentro. Pero voy a revisar mejor. Esta canilla tenía para agua fría y caliente, indicó.

Plutarco asintió y explicó que como el calefón se había "fundido" hacía años, ya no se usaba la conexión de agua caliente. Solo la fría.

Como el viento que se lleva una hoja de papel, la conversación anterior voló hacia el olvido y el subconsciente parió un nuevo tema: el aumento salarial. Plutarco no estaba al tanto de las noticias, pero había escuchado que alguien tendría un aumento en julio. Hablaban de un 3% o 4%…

–Ajá… contestó Tranki. Algo así me supuse. Anoche fui a comer empanadas, de esas de G. 4.000, y ahora ya están a G. 4.500. Cuando cuestioné la suba me dijeron que era para "mantener la calidad".

–Asimismo, dicen que el sueldo va a aumentar G. 75.000, pero todas las cosas ya están subiendo de precio. De nada vale si te pagan más, pero desde antes ya te quitan más. Me parece que tienen que controlar. Aunque sea la defensa del consumidor.

–Ajá… ya sé lo que pasa, aseguró don Tranki. Plutarco lo miró desconcertado. ¿Desde cuándo este plomero entendía de economía?

–La vida es como esta canilla, comenzó don Tranki, con aire pausado como quien mastica las palabras antes de exhalarlas. Usted, mi amigo, hizo un buen trabajo. Cambió bien 5 veces las gomitas. Quedaron perfectas, pero seguía saliendo agua. Es como esto de la soja, unos envían mensajes ofensivos para que la gente –como usted– tome partido en contra. Es que hay intereses, grandes intereses de por medio. Unos se rasgan las vestiduras y dicen que no ganan nada, pero sus ventas son récords. Otros "defienden" la tierra porque en el río revuelto esperan quedarse con un pedazo.

–Eso es sabido, don Tranki. No me dice nada nuevo. Además, no entiendo qué tiene que ver la canilla con la vida.

–Ese es el detalle, contestó filosóficamente don Tranki. Usted solo se preocupó en cambiar la gomita. Nunca pensó que el problema no estaba ahí sino que en que la desusada conexión caliente había quedado abierta y era por ahí por donde perdía la canilla y no por la conexión fría. Del mismo modo, mucha gente se preocupa en las banderas y los colores y no entiende el trasfondo. Los interesados hacen que la gente se pelee porque así ellos ganan. En definitiva, si usted hubiera estudiado plomería no le cobraría yo ahora esos G. 75.000 que dice que alguien va a ganar. Y si el pueblo se educara más, no sería usado siempre. Educación es la respuesta.

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