Emma Paoli

Dra. en Ciencias de la Educación

 El siglo XXI se manifiesta en sus inicios como la revolución del conocimiento, trascendiendo las dimensiones en las que se han enfocado los sistemas educativos tradicionales. El desarrollo de competencias tales como el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y la resolución de problemas son los que han señalado los cambios.

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En países desarrollados como Japón, Corea, Singapur y Estados Unidos, las competencias interpersonales y cognitivas son altamente requeridas para empleos de vanguardia. Estas sociedades han actualizado su enfoque académico desde la perspectiva de las competencias. Por el contrario, América Latina se ha enfocado en el conocimiento académico, cediendo mayor importancia al dominio de contenidos o currículo académico, centrándose en la importancia en los procesos del pensamiento, y no en los productos de dichos pensamientos, (National Research Council, US, 2012). Como resultado, en las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment o en español, Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), las valoraciones en lo relativo al pensamiento crítico, por ejemplo, fueron totalmente deficientes. Sin embargo, en los países más desarrollados mencionados, las valoraciones se destacan de manera sobresaliente.

Con estos rendimientos, la adecuación de nuestros sistemas educativos es imperiosa. Se vuelve impostergable considerar los sistemas de estudio basado en Proyecto y Resolución a la vez, y sobre temas innovadores con el fin de impulsar y promover el desarrollo de las competencias.

Existen varios ejemplos, en Singapur, las evaluaciones se realizan en cada una de las disciplinas y se orientan a las habilidades de pensamientos de orden superior y resolución de problemas. En Japón, se ha desarrollado de manera distinta, se fundamentan en el aprendizaje integrado a través del cual se incluyen en los proyectos, el bienestar social, la salud, el medio ambiente y la internacionalización. Es decir, el enfoque busca la experimentación capaz de proporcionar a los estudiantes la competencia de explorar múltiples soluciones a distintos problemas, pero a la vez vinculados.

Evidentemente, los nuevos sistemas educativos deberían incluir desde el inicio de la reforma educativa, estas competencias con un sistema de medición adecuado. Por ejemplo, en América Latina existen experiencias iniciales, como el Instituto Ayrton Senna en Brasil que, en colaboración con la OCDE y con el Departamento de Educación de Río de Janeiro, ha desarrollado este instrumento de medición y lo aplicó a gran escala en escuelas de dicha ciudad (Santos y Primi 2014).

Otros aspectos importantes complementarios a las nuevas competencias mencionadas son las competencias socio-emocionales y las competencias ciudadanas que desarrollaremos en los próximos comentarios.

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