• Por Milia Gayoso-Manzur
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Estaba pensando cómo encarar mi comentario de esta semana cuando llegó hasta nuestro lugar de trabajo un grupo de alumnos del Nihon Gakko, con una representación del momento de la crucifixión de Jesús. Los jóvenes artistas de este colegio, ubicado en las cercanías del diario, acostumbran visitarnos con alegorías referentes a fechas especiales, como la Semana Santa y la Navidad.

Tres chicos y una cruz de madera fueron suficientes para atraer a quienes dejamos por un rato el teclado de la computadora para atender la representación. La voz dulce de una niña me guió hasta el centro de la redacción para ver a un muchachito suspendido en la cruz y a una María sufriente, a los pies del Mesías bañado en sangre de utilería.

Era tan convincente la imagen, que muchos nos emocionamos con la escena, mientras otros continuaron escuchando música desde sus auriculares, mientras escribían. La escena no podría describir mejor al comportamiento en estas fechas.

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Mientras algunos se atiborran con sopa y cerdito al tatakua en la casa de los parientes del interior, otros ayunan y van a las iglesias a rezar. Mientras algunos buscan aquellas películas emblemáticas como "Rey de reyes" o "Ben Hur" en la televisión, otros mojan sus pies en el mar encabritado del Atlántico… o en el helado del Pacífico.

¿Van cambiando las costumbres con el tiempo? En ciertas cosas sí, en otras solo un poco. En algunas familias, el respeto hacia los días santos es algo que se transmite de generación en generación, y suele ser la abuela la encargada de hacer que su rebaño familiar cumpla con los ritos de estos días, aunque sea de manera parcial, ya que es difícil sustraerse a las tentaciones de los manjares típicos. Encima, es habitual que haga fresquito y llovizne un poco, lo que "estira" aún más una chipa con cocido quemado.

Confieso que la canción interpretada por la niña y la imagen de la pequeña María bañada en lágrimas, me curubicó el corazón. De ese cuadro a imaginar a una madre llorando por su hijo muerto, a otra por su hijo preso, a aquella por su hijo secuestrado, hubo solo un paso.

Si yo que lo tengo sano y a mi lado, me siento compungida, ¿cómo se sentirá aquella mujer que tiene el alma rota de dolor? Tras los aplausos, los niños se marcharon y todos volvimos a nuestras labores o a la canción melodiosa. El ser humano tiene diversas maneras de manifestarse ante las cosas que ocurren a su alrededor.

A veces se muestra tal cual es, otras veces se enmascara tras una pose o la indiferencia lo convierte en una isla, y esto también es aplicable al comportamiento en estas fechas importantes para el mundo católico y una gran parte de la población de este país.

En Paraguay todavía conservamos muchas de nuestras tradiciones, que engloba las idas a los templos para participar de la bendición de las palmas, el vía crucis, el lavado de los pies, la misa de resurrección, etc., así como la costumbre de visitar a los parientes para compartir estas fechas significativas, recordar la última cena en la noche del jueves o la abstinencia de carne en Viernes Santo.

Sin embargo, también se aprovecha para unas breves vacaciones en algún punto del país o en las tentadoras playas brasileñas, o un poco más lejos. Aquí o allá, se puede optar por pasar la Semana Santa como le convenga a la familia, pero es importante no olvidar lo espiritual. No dejemos de lado ese alimento tan importante como aquello que llevamos a la boca. Que tu corazón no deje de latir por las cuestiones de la fe, no importa cómo lo manifiestes.

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