Un relato para entender el pasado

Con esta nota, FOCO arranca con un recorrido por la historia económica del Paraguay desde 1811 hasta la actualidad. En esta entrega, que abarca los primeros años de vida independiente y del gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia, se destaca la era en la que el Paraguay se volvió casi autosuficiente para proteger su independencia.

Por más que los hechos mencionados en este relato ocurrieron hace dos siglos, revisarlos en el presente permite entender cómo funcionan la economía, sus agentes y mercados, en diferentes contextos. Y, a la vez, posibilita comprender mejor nuestra realidad sabiendo de dónde venimos.

Declarada la Independencia en 1811, la Junta Superior Gubernativa debía ordenar la casa y poner en marcha nuevas medidas. En el ámbito del comercio y las comunicaciones se registraron cambios importantes: Se abolió la sisa, desapareció el estanco del tabaco y se acordó con Buenos Aires que no se impondrían arbitrios (aranceles). Los ríos Paraguay y Paraná eran las principales rutas para el abastecimiento y la exportación, y se contaba con Asunción y Pilar como los puertos que recibían las mercaderías del interior del país con destino a Buenos Aires o Europa.

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El deseo de los nuevos gobernantes del Paraguay fue mantener este esquema comercial, pero el panorama cambió drásticamente pocos años después de la gesta emancipadora. Así, el comercio y la navegación sufrieron varios períodos de bloqueo por parte de quienes ejercían el poder en Buenos Aires. El motivo fue el desacuerdo de los porteños con la Independencia del Paraguay, que desde entonces fue considerada una provincia rebelde. Estrangulando al comercio, con impuestos adicionales como castigo, o incluso la prohibición total de comercialización como el caso del tabaco, se pretendía hacer retroceder al Paraguay en su decisión de independizarse.

José Gaspar Rodríguez de Francia, quien fue supremo dictador del país durante 26 años (1814-1840), no cedió a las presiones y optó por consolidar la Independencia ajustando la economía a ese fin, e intentando que el Paraguay se volviera autosuficiente. Fueron fuentes de ingreso para el Estado, bajo su mandato, las confiscaciones y contribuciones forzosas, impuestos y las ventas que hacía el Estado. La escasa actividad en el comercio exterior causó una fuerte disminución de los ingresos a partir de 1816, teniendo en cuenta que el grueso de las recaudaciones provenía de los gravámenes de las exportaciones e importaciones, según destacó el economista Luis Campos Doria en su libro "Apuntes de Historia Económica del Paraguay".

En cuanto a los comerciantes extranjeros residentes en Asunción, de quienes Francia siempre desconfiaba y los consideraba como sus enemigos internos, fueron obligados a entregar parte de sus posesiones al Estado a través de elevados impuestos y a algunos incluso los obligó a abandonar el país. Según investigaciones de la antropóloga Branislava Susnik, quedaron solo 94 comerciantes hacia 1816. La política de Francia generaba tanto descontento, que la oligarquía comercial asuncena conspiró en su contra entre 1820 y 1821. Como consecuencia de ello la nueva élite del país surgida de 1811 fue ejecutada y llevada a prisión. A finales del mandato de Francia, muchos comerciantes de Asunción apenas subsistieron y otros quedaron en la ruina.

El aislamiento comercial del Paraguay no fue completo, ya que el doctor Francia realizó algunas excepciones otorgando licencias para exportar. Además permitió el comercio a través de Itapúa y San Borja con el Brasil, pero bajo estricto control. En Pilar autorizó transacciones con la Argentina, pero a baja escala, ya que había excedentes y otros artículos necesarios que el país no producía. La cerrazón de los gobiernos en sus posturas y los constantes bloqueos propiciaron también el comercio ilegal en las fronteras, casos que de ser descubiertos eran duramente reprimidos.

La gran desconfianza que Francia sentía hacia los porteños se trasladó incluso a los comerciantes que fuera de las cuestiones políticas intentaban introducir textiles y herramientas al Paraguay.

El carácter agrícola y rural del Paraguay mantuvo características similares a la época Colonial que la precedió. La población en el campo contaba con pequeños predios agrícolas orientados a la subsistencia, con herramientas de labranza rudimentarias.

Bajo la dictadura del doctor Francia la producción agrícola aumentó porque precisamente la política de su gobierno fue volver la economía del país lo más autosuficiente posible. "Esto no fue muy difícil, porque las necesidades de la gente eran modestas y de hecho el Paraguay podía producir todo lo necesario para alimentar y vestir a su población", refiere el experto en geografía humana Johan Kleinpenning, autor de "Paraguay 1515-1870".

Según el mismo investigador, bastaba que se incremente la producción de algunos cultivos y menciona como ejemplo que en 1820, ocasión en que se perdió una cosecha, Francia ordenó inmediatamente que se volviera a sembrar. "La medida tuvo como resultado una cosecha abundante y este éxito demostró que el medio natural del Paraguay permitía dos cosechas al año en condiciones normales", destacó Kleinpenning.

Aunque llevó su tiempo, el Paraguay logró volverse autosuficiente y ya no dependía de la Argentina para la importación de cereales y algodón. Además, la agricultura se volvió más extensiva y variada. Hacia la década de 1830 gran cantidad de cereales legumbres, vegetales y frutas eran cultivados en el país e incluso hubo excedentes, aunque pequeños, de maíz, arroz, mandioca, cebolla, miel, dulce, queso y jamón, los cuales se exportaban.

Si nos referimos a la ganadería, ya desde la conformación de la Junta Superior Gubernativa en 1811 hay una visible preocupación por promover esta actividad y evitar la dependencia de las importaciones de Corrientes. Los gobernantes creyeron apropiado que la ganadería debía desarrollarse en el Chaco, para lo cual entregaron tierras de pastoreo frente a Asunción al hacendado José Gregorio Flecha, por lo cual esta fue la primera estancia privada del Chaco del Paraguay independiente.

Por su parte, Francia arrendó parte de las antiguas tierras de La Corona y las tierras confiscadas que se habían convertido en propiedad del Estado del Paraguay Oriental a particulares a bajos precios y por un período de tiempo ilimitado con la condición de que estos predios fueran utilizados para la producción agrícola o ganadera.

En 1811 las antiguas estancias del Rey pasaron a formar parte del Estado y desde 1815 se llamaron estancias de la República o estancias de la Patria provistas de miles de cabeza de ganado vacuno y caballos, pero que al estar mal manejadas no cubrían las necesidades del Gobierno. En los años posteriores, el doctor Francia consiguió aumentar el hato ganadero y a su vez obtener una contribución significativa para la economía nacional. El número de cabezas de ganado aumentó para la década de 1820 y ya no fue necesario recurrir a las importaciones de Corrientes y Entre Ríos.

Si en la agricultura se desconocían de técnicas y se carecían de herramientas apropiadas, en la ganadería la falta de conocimiento técnico del manejo de ciertas enfermedades también quedó en evidencia. Un caso recordado fue el de la plaga de garrapatas o jatevu que infectó al ganado en 1836 y 1837, a causa del ingreso de bueyes afectados en Itapúa, traídos por comerciantes brasileños que participaban del comercio ilegal en la frontera. Los animales que tenían los síntomas fueron sacrificados por orden del dictador, una medida sumamente drástica e innecesaria. Fueron decenas de miles de ganado y que según estimaciones redujo al 50% el hato ganadero y llevó a la ruina a numerosos estancieros. La plaga terminó a mediados de 1840, aunque mal erradicada.

La recolección de la yerba mate, una de las principales actividades económicas desde la época Colonial, continuó durante el Paraguay independiente casi intacta hasta 1819, siendo el año 1816 muy próspero para el sector con casi 290.000 arrobas exportadas. Pero en los años siguientes las exportaciones cayeron a causa del bloqueo al tabaco y yerba paraguaya impuesto por Buenos Aires. En las décadas de 1820 y 1830, solo se pudo exportar pequeñas cantidades.

Como la demanda de yerba en el exterior continuó existiendo, la interrupción de la exportación desde Paraguay abrió las puertas al Sur de Brasil (Paraná, Santa Catarina, Río Grande do Sul) para abastecer a la región del Plata, que aunque prefería la yerba paraguaya, de mejor calidad, tuvo que conformarse con el producto disponible en el mercado.

La extracción de madera comenzaba a florecer en la época de la Independencia, pero al igual que otros rubros exportados disminuyó entre 1820 y 1840. Pero ante la gran demanda de cedro y otras especies, desde el Plata se otorgaron algunas licencias a comerciantes privados a cambio de armas. Nuevamente Brasil aprovechó la situación para captar la demanda de maderas de Buenos Aires.

La artesanía fue la actividad que podría decirse tuvo una evolución favorable durante el gobierno de Francia. Al pretender que el Paraguay fuera autosuficiente y restringir el comercio exterior, los artesanos locales y personas de diferentes oficios tuvieron ocasión de producir más y mayor variedad de productos. Sin embargo, no se llegaron a desarrollar nuevas industrias o talleres o técnicas más modernas de producción, la manufactura textil fue probablemente la de mayor despliegue.

Rengger y Longchamps, médicos suizos llegados al Paraguay en 1819, informaron que antes en el Paraguay se manufacturaba el algodón solo como un tipo de lienzo ligero para camisas. Pero ante la necesidad de ser autosuficientes la industria se vio obligada a fabricar otros artículos como jergas para los caballos y ponchos. El famoso poncho de sesenta listas cobró popularidad precisamente en esta época.

El comportamiento de las actividades comerciales y económicas fue el reflejo de los altibajos de la política regional. El momento histórico puso a prueba la capacidad de una nación que deseaba crecer en libertad.

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