Scott Anthony

MONEY

"Dos caminos se separaron en un bosque, y yo -yo tomé el menos usado y eso ha hecho toda la diferencia". Esta frase es reconocible instantáneamente como la conclusión de "The Road Not Taken", de Robert Frost. La mayoría de los lectores supone que el poema de Frost es esperanzador, describiendo el valor del fuerte individualismo que desde hace tanto ha servido como un sello norteamericano. Sin embargo, una lectura dimensionada muestra un tono melancólico que linda con el arrepentimiento, con críticos literarios que argumentan que el mensaje clave del poema es cómo racionalizamos malas decisiones después de ejecutarlas.

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Similarmente al como Frost brinda una visión ponderada y arrepentida del camino que no tomó, los ejecutivos ven el riesgo principalmente a través de los lentes de la responsabilidad. Este poema malentendido ayuda a destacar cómo los ejecutivos que buscan innovación necesitan re-encuadrar la palabra "riesgo".

Cuando la palabra "riesgo" sale de la boca de un ejecutivo, usualmente está acompañada de uno de cuatro errores:

Asumir que el actuar es el mayor riesgo: En muchos casos, la acción más riesgosa es, de hecho, la falta de acción. El ritmo del cambio en el mundo actual significa que mantenerse quieto lleva a quedarse atrás de los competidores actuales y emergentes. La forma en que muchas compañías toman decisiones de inversión las ciega a esta realidad.

Creer que los buenos emprendedores buscan el riesgo: No lo hacen. Los buenos emprendedores reconocen el riesgo inherente de crear nuevas empresas. Después de todo, es bien conocido que la mayoría de los nuevos negocios fracasan, y que la mayoría de aquellos que tienen éxito lo alcanzan de forma lo suficientemente modesta como para que el emprendedor reciba un pequeño rédito financiero a cambio de su esfuerzo. En lo que los buenos emprendedores se destacan no es en tomar riesgos; sino en manejarlos.

Celebrar el fracaso para alentar la toma de riesgos: No puede haber innovación sin riesgo, ya que la innovación necesariamente tiene resultados inciertos, algunos de los cuales pueden ser malos. Por ende, alentar la toma de riesgos puede ayudar a aumentar la innovación. Sin embargo, ello no implica un respaldo generalizado del fracaso. En muchos casos, el fracaso es malo. Una falta de esfuerzo o de preparación nunca deberían ser celebradas. En lugar de ello, los ejecutivos deberían reconocer que el camino a la innovación nunca va en línea recta, de forma que los titubeos, las salidas en falso y algunas veces el fracaso son parte del juego.

Pensar que recompensar el éxito elevará la toma de riesgos: Los ejecutivos de grandes empresas, hambrientos de innovación, suelen rechinar los dientes acerca de los desafíos de la compensación, lamentándose de que su sistema simplemente no permitirá ofrecer los enormes beneficios que le aguardan a los emprendedores en los unicornios (compañías emergentes valuadas en más de mil millones de dólares). Cierto. Sin embargo, esto no es lo que realmente retiene la innovación en la mayoría de las compañías. No es la falta de recompensas; es la presencia de castigos. La incertidumbre que acompaña a la innovación significa que algunas veces las personas harán todo bien y de todos modos tendrán un fracaso comercial. Si este resultado lleva consigo un castigo severo, no espere que nadie tome riesgos.

Para innovar, primero necesitamos re-encuadrar la forma en que hablamos acerca de los riesgos. Por ello, la próxima vez que se prepare para dar un discurso acerca de los riesgos, haga una pausa para asegurarse de que no está cometiendo ninguno de estos errores.

(Scott Anthony es el socio directivo de la firma consultora de crecimiento e innovación Innosight).

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