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AFP

Los combates entre las fuerzas del régimen y los rebeldes continuaban este domingo en varios frentes en Siria y podrían poner en peligro la iniciativa ruso-turca respaldada por la ONU para poner fin a casi seis años de guerra.

Desde la entrada en vigor del alto el fuego, el jueves a medianoche, la violencia cayó en intensidad, pero no cesó y dejó víctimas mortales. Por su parte, los rebeldes acusan al régimen de haberla violado y amenazan con no respetar más la tregua.

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Este cese de las hostilidades, el enésimo después del comienzo de la guerra abriría camino a las negociaciones de paz previstas para fines de enero en Kazajistán bajo la égida de Moscú y Teherán, padrinos del régimen, y Turquía, que apoya a los rebeldes.

En el frente norte, el gobierno lanzó por la mañana ataques aéreos sobre la localidad de Atareb, en territorio rebelde cerca de Alepo, pocas horas después de la muerte de dos niños por disparos del ejército contra zonas rebeldes ubicadas al oeste de esta última ciudad, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

En total, cuatro civiles y nueve rebeldes perecieron desde el comienzo del cese el fuego, que excluye a los grupos yihadistas Estado Islámico (EI) y Fateh al Sham, precisó la ONG.

"Se trata de violaciones" de la tregua, aunque "en lo inmediato no parece que puedan provocar su derrumbamiento", subrayó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.

El sábado de noche, los rebeldes dispararon una veintena de obuses contra las localidades progubernamentales de Fua y Kafraya, en la provincia de Idlib (noroeste). En Tartús (oeste), controlada por el régimen, dos kamikazes hicieron explotar las cargas que llevaban adosadas a sus cinturones en una barrera militar matando a dos soldados, según el OSDH.

Apoyo moderado de la ONU

Reunido en Nueva York, el Consejo de Seguridad adoptó el sábado una resolución de compromiso, que "apoya los esfuerzos de Rusia y Turquía para poner fin a la violencia en Siria y poner en marcha un proceso político".

Pero, sólo se limitó a "tomar nota" de los términos del acuerdo patrocinado por rusos y turcos, recordando la necesidad de aplicar "todas las resoluciones pertinentes de la ONU", citando la 2254 que prevé, por iniciativa de Washington, establecer una hoja de ruta completa para la salida de la crisis.

En plena transición política a la espera de la toma de funciones de Donald Trump, Estados Unidos, apoyo de la oposición al régimen de Damasco, no se vinculó a esta última iniciativa, por primera vez desde el comienzo de la guerra, en marzo de 2011.

En cambio, es la primera vez que Turquía apadrina un acuerdo como éste, gracias a su acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin, que quiere aparecer como artífice de la paz tras su intervención militar en apoyo al gobierno de Bashar al Asad desde setiembre de 2015.

Las negociaciones de Astana precederán a las conversaciones previstas para febrero en Ginebra, en tanto que las precedentes discusiones intersirias no permitieron un comienzo de solución al conflicto, que ya ha provocado más de 310.000 muertos y millones de refugiados y desplazados.

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