Chapecó, Brasil | AFP | por Rosa SULLEIRO.

Chapecó apuraba el sábado una madrugada oscura a la espera de los cuerpos de los jugadores que les devolvieron con su increíble epopeya en la Copa Sudamericana una ilusión que se estrelló en las montañas de Medellín.

Dos aviones de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) aterrizarán, aproximadamente entre las 09H00 y las 10H00 locales (de 11H00 a 12H00 GMT) con los féretros de los 51 miembros de la delegación del equipo revelación de la Sudamérica, de vuelta a esta ciudad del sur de Brasil que vive en la congoja desde la noche del lunes.

Tras aviones habían partido con los ataúdes desde Medellín, pero los ataúdes fueron reubicados en dos, durante la escala de repostaje en Manaos (estado de Amazonas, norte de Brasil), indicó a la AFP la asesoría de prensa de la FAB.

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"Fue por una cuestión logística, no había necesidad de tres", explicó.

El despegue de Manaos se efectuó hacia las 03h40 locales, con un retraso de dos horas sobre el horario previsto. Ello se debió a que autoridades y habitantes de la ciudad amazónica se apersonaron en la base aérea para rendir homenaje a las víctimas del accidente, indicó el portavoz, sin otras precisiones.

Chapecó, capital del dolor

Tras el aterrizaje en Chapecó, comenzará un cortejo fúnebre hasta el Arena Condá, el mismo estadio que desbordaba una felicidad desconocida hace diez días.

Bajo el único arco que sigue ahora en pie, el portero Danilo sacó un pie milagroso en el último minuto, que le valió una final soñada, ante el colombiano Atlético Nacional, para un 'Huracán del Oeste' que festejaba lanzado hacia la historia.

Sin asimilar todavía su pérdida, su madre Ilaide Padilha volvió el viernes al estadio donde su hijo de 31 años fue tantas veces feliz.

"La sensación es horrible, de mirar y saber que mi hijo va a entrar aquí dentro de un ataúd. Es muy triste recordar aquella imagen suya atajando, no solo aquella parada [contra San Lorenzo], sino aquellos penales [detuvo cuatro contra Independiente en cuartos], él corriendo por el césped con los brazos abiertos, vibrando, mi hijo era todo pasión", afirma conmocionada.

El club estima que podrían congregarse unas 100.000 personas llegadas de varios puntos de esta próspera región industrial al oeste del estado de Santa Catarina. La gran mayoría, sin embargo, deberá seguir el velatorio desde el exterior, a través dos pantallas gigantes.

Desafío logístico

Con una capacidad acorde para este club que hace menos de una década no disputaba ninguna competición nacional, las gradas del Arena Condá solo tienen capacidad para 19.000 espectadores. Y quienes ingresen al estadio no podrán acercarse a los ataúdes en el césped.

A la complicada gestión de la muchedumbre, se suma el protocolo de recepción de las diferentes autoridades y figuras del fútbol que acudirán a mostrar su pesar por el mayor accidente aéreo del deporte mundial.

El presidente Michel Temer, con bajísimos índices de popularidad, participará de la ceremonia en el aeropuerto, indicó la Presidencia. También confirmaron su presencia el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el seleccionador de Brasil, Tite, entre otros.

La gran mayoría de los 71 fallecidos serán velados en el estadio. Los otros eran tripulantes bolivianos o periodistas de grandes medios que fletaron vuelos para trasladar los cuerpos, indicó a la AFP un portavoz de la FAB.

Temiendo un acto infinito bajo el sol en pleno fin de semana, el Chapecoense descartó la opción de que los hinchas desfilaran por el gramado, con la intención de que el acto dure dos horas. Luego las familias podrán viajar con sus fallecidos a sus lugares de origen, ya que la mayoría del plantel era de fuera de Chapecó.

Indignación

Convertido ahora en un gigante tanatorio al aire libre, en el césped del Arena Condá se ultimaba el viernes la instalación de unas carpas metálicas en el área de una portería desaparecida, adonde solo podrán acceder este sábado 2.000 personas, familiares y allegados de los fallecidos.

Chapecó solo quiere ahora despedir en paz a quienes fueron el corazón de la ciudad en los últimos años. Un equipo joven que crecía y se atrevía a ser optimista en un Brasil maltratado por la crisis.

Pero al tiempo que se van filtrando nuevos detalles sobre el accidente, y los medios apuntan a posibles negligencias, la indignación de algunos comienza a asomar entre el duelo espiritual de esta ciudad de fuertes convicciones religiosas.

"Existe esa irritación, pero al mismo tiempo sentimos el dolor de haberles perdido. Claro que todo el mundo está irritado por lo que está pasando. Fue un error suyo [de la compañía] por el que cayó el avión de nuestra Chapecoense y ahora ya no les tenemos con nosotros", afirmó a la AFP Daniela Nunes, una vendedora de 23 años.

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